Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 142

—Si te lo dij era, y a no sería un secreto, ¿no? El gesto de su rostro se afiló con una sonrisa m aliciosa. —Tú sabes el m ío, ahora m e toca a m í saber el tuy o. —Siento traer m alas noticias, pero tu orientación sexual no es exac- tam ente un secreto, Finch. —¡Joder! Y y o que pensaba que tenía un rollo am biguo —dij o, dando otra calada al cigarrillo. Antes de hablar, m e encogí de la vergüenza. —¿Tuviste una buena vida fam iliar en casa, Finch? —Mi m adre es genial…, m i padre y y o tuvim os que solucionar un m ontón de asuntos, pero ahora estam os bien. —Pues y o tuve a Mick Abernathy de padre. —¿Quién es ese? Me reí. —¿Ves? No tiene im portancia si no sabes quién es. —Bueno, ¿y quién es? —Un desastre. El juego, la bebida, el m al carácter…, todo eso es hereditario enmifamilia.America y yo vinimos aquí para que yo pudiera empezar de cero, sin el estigma de ser la hija de una vieja gloria famosa por sus borracheras. —¿Una viej a gloria del j uego de Wichita? —Nací en Nevada. En aquella época, Mick convertía en oro todo lo que tocaba.Cuandocumplítreceaños,susuertecambió. —Y te echó la culpa a ti. —Am erica renunció a m ucho para venir aquí conm igo y que así y o pudiera escapar; pero llego aquí y m e doy de bruces con Travis. —Y cuando m iras a Travis… —Todo m e resulta dem asiado fam iliar. Finch asintió m ientras tiraba el cigarrillo al suelo. —Joder, Abby, qué m ierda. Fruncí el ceño. —Si le dices a alguien lo que acabo de contarte, llam aré a la m afia. Tengo algunos contactos, ¿sabes? —Gilipolleces. Me encogí de hom bros. —Puedes creer lo que quieras. Finch m e m iró con recelo y sonrió. —Eres oficialm ente la persona m ás guay que conozco. —Eso es triste, Finch. Deberías salir m ás —dij e, deteniéndom e en