Capítulo 9
Promesa
Finch sacudió la cabeza.
—Vale, entonces, ¿estás con Parker o con Travis? Estoy confuso.
—Parker no m e habla, así que eso está bastante en el aire ahora m
ism o — dije,balanceándomeparareajustarmelamochila.
Soltó una bocanada de hum o, y después se quitó un poco de tabaco
de la lengua.
—Entonces, ¿estás con Travis?
—Som os am igos, Finch.
—Te das cuenta de que todo el m undo piensa que tenéis uno de
esos pactos de am igos con derecho a roce y que os negáis a adm itirlo,
¿verdad?
—Me da igual. Que la gente piense lo que quiera.
—¿Y eso desde cuándo es así? ¿Qué pasó con la nerviosa, m isteriosa
y reservada Abby que conozco y quiero?
—Murió por el estrés de tantos rum ores y suposiciones.
—Qué m al. Voy a echar de m enos señalarla y reírm e de ella. Le
pegué un m anotazo a Finch en el brazo, y se rio.
—Bueno, y a va siendo hora de que dej es de fingir —dij o él.
—¿A qué te refieres?
—Cariño, estás hablando con alguien que se ha pasado la m ay or
parte de su vida fingiendo. Se te ve venir a la legua.
—¿Qué intentas decir? ¿Que soy lesbiana y m e niego a salir del
armario?
—No, que ocultas algo. La chica recatada y sofisticada, con cha-
quetas de punto y que va a restaurantes elegantes con Parker Hay es…,
esa no eres tú. O bien eras una estríper de pueblo o bien has estado en
rehabilitación. Apuesto por la segundaopción.
Solté una gran carcaj ada.
—¡Eres un adivino terrible!
—Entonces, ¿qué secreto guardas?