Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 140

varon hacia arriba. —¿Nuestra am istad? A veces m e pregunto si alguna vez m e escuchas. —¿Qué quieres decir? —Entrem os. Estoy cansado. Asentí, y m e suj etó contra él hasta que entram os en el apartam ento. Am erica y Shepley y a se habían encerrado en su dorm itorio, y y o entré y salí de la ducha. Travis se quedó sentado con Toto fuera m ientras m e ponía el pij am a y, al cabo de m edia hora, am bos estábam os en la cam a. Apoy é la cabeza en el brazo, y solté una larga y relaj ante bocanada de aire. —Solo quedan dos sem anas. ¿Qué te inventarás para cuando tenga que volver aMorgan? —No lo sé —respondió. Podía ver su ceño fruncido, incluso en la oscuridad. —Oy e. —Le acaricié el brazo—. Era una brom a. Me quedé observándolo durante un buen rato, respirando, parpadean- do e intentando relaj arm e. Dio unas cuantas vueltas y después m e miró. —¿Confías en m í, Palom a? —Sí, ¿por qué? —Ven aquí —dij o, acercándom e a él. Estuve tensa durante unos segundos antes de relaj ar la cabeza sobre su pecho. Al m argen de lo que le pasara, m e necesitaba cerca, y no ha- bría podido negarm e aunque hubiera querido. Allí, tum bada a su lado, m e sentía bien.