Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 130

delante del cachorrito inquieto. —Puedes dej arlo aquí. Yo cuidaré de él por ti cuando tú vuelvas a Morgan — su boca se abrió en una m edia sonrisa—, y así estaré seguro de que vendrás de visita cuando se acabe el m es. Apreté los labios. —Habría vuelto de todos m odos, Trav. —Haría cualquier cosa por esa sonrisa que estás poniendo ahora m ism o. —Creo que necesitas una siestecita, Toto. Sí, sí, y a lo creo —dij e arrullando al cachorro. Travis asintió, m e cogió en su regazo y entonces se levantó. —Pues vam os allá. Me llevó a su dorm itorio, retiró las sábanas y m e dej ó sobre el col- chón. Pasando por encim a de m í, alargó el brazo para correr las cortinas, y después se dej ó caer en su alm ohada. —Gracias por quedarte conm igo ay er por la noche —dij e, m ientras acariciaba el suave pelo de Toto—. No tendrías que haber dorm ido en el suelo del cuarto de baño. —La de ay er fue una de las m ej ores noches de m i vida. Me volví para ver la expresión de su cara. Cuando vi su gesto serio, le lancé una m irada deduda. —¿Dorm ir entre el lavabo y la bañera en un suelo frío de baldosas con una idiota que no dej aba de vom itar ha sido una de tus m ej ores noches? Eso es triste, Trav. —No, fue una de las m ej ores noches porque m e senté a tu lado cuando te encontrabas m al y porque te quedaste dorm ida en m i regazo. No fue cóm odo. No dorm í una m ierda, pero em pecé tu decim onoveno cum pleaños contigo, y la verdad es que eres bastante dulce cuando te emborrachas. —Claro, seguro que entre náusea y náusea estaba encantadora. Me acercó hacia él y le dio unas palm aditas a Toto, que estaba acurrucado juntoamicuello. —Eres la única m uj er que sigue increíble con la cabeza m etida en el lavabo.