Travis ha dej ado de pelear. No sale sin ti. No ha llevado a casa a ninguna
chica desde aquellas barbies gem elas, todavía no se ha cargado a Parker,
y a ti te preocupa que la gente diga que estás j ugando a dos bandas.
¿Sabes por qué lo dice la gente, Abby ? ¡Porque es laverdad!
Me volví lentam ente hacia ella, intentando lanzarle la m irada m ás
asesina que pude.
—¿Qué dem onios te pasa?
—Si ahora sales con Parker, y estás tan feliz —dij o en un tono de
burla—,
¿por qué no estás en Morgan?
—Porque perdí la apuesta, ¡y a lo sabes!
—¡Venga y a, Abby ! No dej as de hablar de lo perfecto que es Parker,
y tienes esas citas alucinantes con él y os pasáis el tiem po charlando por
teléfono, pero después te vas a dorm ir con Travis cada noche. ¿No ves el
problem a de esta situación? Si realm ente te gustara Parker, tus cosas
estarían en Morgan ahora mismo.
Apreté los dientes.
—Sabes que nunca m e escaqueo de una apuesta, Mare.
—Lo que y o decía —insistió ella, retorciendo las m anos alrededor
del volante
—. Travis es lo que quieres, y Parker, lo que crees que te conviene.
—Sé que eso es lo que parece, pero…
—Eso es lo que todo el m undo piensa. Así que, si no te gusta cóm o
habla la gente de ti, cam bia de form a de actuar. No es culpa de Travis.
Ha dado un giro de ciento ochenta grados por ti, y tú recoges la recom
pensa, m ientras Parker disfruta de losbeneficios.
—¡Hace una sem ana querías que recogiera todas m is cosas y que
no dej ara que Travis volviera a acercársem e nunca m ás! ¿Y ahora lo
defiendes?
—¡Abigail! ¡No lo estoy defendiendo, estúpida! Solo m e preocupo
por tu bien. ¡Los dos estáis locos el uno por el otro! Y tenéis que tom ar
alguna decisión alrespecto.
—¿Cóm o puede siquiera ocurrírsete que debería estar con él? —m
e lam enté
—. ¡Se supone que es m ej or m antenerse alej ada de gente com o él!
Apretó los labios, perdiendo claram ente la paciencia.