Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 126

detrás de él. —¡Esa tía es im posible, j oder! Besé a Travis en la m ej illa. —Aquí entro y o. —Buena suerte —dij o Travis. Me senté j unto a Am erica, que resopló. —Ese tío es im posible, j oder. Se m e escapó una risita, pero ella m e fulm inó con la m irada. —Lo siento —dij e, forzándom e a dej ar de sonreír. Salim os a dar un paseo en coche y Am erica gritó, lloró y volvió a gritar un poco m ás. A veces, em pezaba a despotricar com o si hablara directam ente con Shepley, com o si estuviera sentado en m i sitio. Yo perm anecía en si- lencio, dej ando que Am erica se desahogara com o solo America sabía hacer. —¡Me llam ó irresponsable! ¡A m í! ¡Com o si no te conociera! Com o si no te hubiera visto sacarle a tu padre cientos de dólares bebiendo el doble de lo que bebiste ay er. ¡Habla sin tener ni puñetera idea! ¡No sabe cóm o era tu vida! ¡No sabe lo que y o sé, y actúa com o si fuera su hij a en lugar de su novia! —Puse m i m ano sobre la suy a, pero la apartó—. Pensó que tú eras el m otivo por el que lo nuestro no funcionaría, y enton- ces acabó fastidiándolo todo él solito. Y hablando de ti, ¿qué dem onios pasó ay er conParker? El repentino cam bio de tem a m e cogió por sorpresa. —¿A qué te refieres? —Travis te organizó esa fiesta, Abby, y tú vas y te enrollas con Parker. ¡Y te extrañas de ser la com idilla de todo el m undo! —¡No te em bales! Le dij e a Parker que no debíam os hacer eso. ¿Y qué im porta si Travis me organizó o no la fiesta? ¡No estoy con él! Am erica no apartaba la m irada del frente y resopló por la nariz. —Está bien, Mare. Dim e qué pasa. ¿Ahora estás enfadada conm igo? —No, no estoy enfadada contigo. Sim plem ente, no m e gusta andar con idiotas redomados. Sacudí la cabeza, y después m iré por la ventanilla antes de decir algo de lo que m e arrepentiría. Am erica siem pre había sabido cóm o hacerm e sentir com o una auténtica mierda. —Pero ¿te das cuenta de lo que está pasando? —m e preguntó—.