—Siento no haberm e ido contigo.
—Estabas fuera de com bate, Abby —observó displicente.
—¿Por qué no vienes a recogerm e? Así hablam os. Oí su respiración
al otro lado del teléfono.
—No sé. No m e apetece nada verlo.
—Entonces le diré que se quede dentro.
Después de una larga pausa, oí el tintineo de unas llaves de fondo.
—Muy bien. Estaré allí dentro de un m inuto.
Entré en el com edor y m e eché el bolso al hom bro. Los dos
chicos m e m iraron abrir la puerta y esperar a Am erica, y Shepley m e
m iraba de soslay o desde el sofá.
—¿Va a venir?
—No quiere verte, Shep. Le dij e que te quedarías dentro. Él soltó un
suspiro y se dej ó caer en el coj ín.
—Me odia.
—Hablaré con ella. Será m ej or que em pieces a pensar en una dis-
culpa genial.
Diez m inutos después, tocaron dos veces el claxon de un coche y
cerré la puerta detrás de m í. Cuando llegué al final de las escaleras,
Shepley salió corriendo tras de m í hacia el Honda roj o de Am erica y
se encorvó para verla a través de la ventanilla. Me detuve en seco y m e
quedé viendo cóm o Am erica lo despreciaba, m anteniendo en todo m
om ento la m irada fij a en el centro. Baj ó la ventanilla; Shepley parecía
estar dándole explicaciones y después em pezaron a discutir. Volví al
interior para darles algo deprivacidad.
—¿Palom a? —dij o Travis, corriendo escaleras abaj o.
—No tiene buena pinta.
—Dej a que aclaren las cosas. Entra —pidió entrelazando sus dedos
con los m íos y llevándom e escalerasarriba.
—¿Tan grave fue la discusión? —pregunté. Él asintió.
—Sí, bastante. Aunque j usto ahora están saliendo de su fase de luna
de m iel, así que losolucionarán.
—Teniendo en cuenta que nunca has tenido una novia, pareces saber
bastante sobre relaciones.
—Tengo cuatro herm anos y un m ontón de am igos —dij o riéndose
para sí. Shepley irrum pió en trom ba en el apartam ento y cerró la puerta