Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 124

—Para m í sí que la tuvo. —Está bien. No volveré a hacerlo, ¿contento? —Sí, pero tengo que decirte una cosa, siem pre y cuando prom etas no alucinar. —Ay, Dios, ¿qué hice? —Nada, pero tienes que llam ar a Am erica. —¿Dónde está? —En Morgan. Discutió con Shep ay er por la noche. Me duché a toda prisa y m e puse la ropa que Travis m e había dej ado en el lavabo. Cuando salí del baño, Shepley y Travis estaban sentados en el salón. —¿Qué le has hecho? —pregunté. A Shepley se le cay ó el alm a a los pies. —Está m uy cabreada conm igo. —¿Qué pasó? —Me enfadé con ella por anim arte a beber tanto. Pensaba que aca- baríam os teniendo que llevarte al hospital. Una cosa llevó a la otra, y lo siguiente que sé es que estábam os gritándonos. Íbam os borrachos los dos, Abby. Dij e algunas cosas que no puedo retirar. —Sacudió la cabeza, sin levantar la m irada del suelo. —¿Com o qué? —pregunté, enfadada. —Le llam é unas cuantas cosas de las que no m e enorgullezco y después le dij e que sefuera. —¿Dej aste que se m archara borracha? ¿Qué clase de idiota eres? —dij e, mientrascogíamibolso. —Cálm ate, Palom a. Ya se siente lo suficientem ente m al —rogó Travis. Encontré por fin el teléfono en m i bolso y m arqué el núm ero de Am erica. —¿Diga? —Su voz sonaba fatal. —Acabo de enterarm e. —Suspiré—. ¿Estás bien? Cam iné pasillo abaj o para tener un poco m ás de privacidad, y solo m e volví una vez para lanzar una m irada asesina a Shepley. —Estoy bien, pero es un gilipollas. —Sus palabras eran duras, pero notaba el dolor en su voz. Am erica dom inaba el arte de esconder sus em ociones, y podría habérselas escondido a cualquiera m enos a m í.