Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 123

Capítulo 8 Rumores Cuando conseguí abrir los oj os, vi que m i alm ohada estaba hecha de tela tej ana y piernas. Travis estaba sentado con la espalda contra la ba- ñera, com o si hubiera perdido el conocim iento. Parecía tan hecho polvo com o m e sentía y o. Aparté la sábana y m e levanté; cuando vi el horri- ble reflej o que m e devolvía el espej o sobre el lavabo, ahogué un grito. Tenía un aspecto aterrador. Se m e había corrido el rím el, tenía m anchas de lágrim as negras en las m ej illas, la boca em badurnada de restos de pintalabios y dos m arañas de pelo a cada lado de lacabeza. Travis estaba rodeado de sábanas, toallas y m antas. Había im provisado un jergónmullidodondedormirmientrasyovomitabalosquin- cechupitosdetequila que había consum ido la noche anterior. Travis había estado suj etándom e el pelo y se había quedado conm igo toda lanoche. Abrí el grifo y puse la m ano debaj o hasta que el agua alcanzó la tem peratura que quería. Mientras m e frotaba la cara, oí un quej ido que pro- venía del suelo. Travis se m ovió, se frotó los oj os y se estiró; entonces, m iró a su lado y se incorporó asustado. —Estoy aquí —dij e—. ¿Por qué no te vas a la cam a y duerm es un poco? —¿Estás bien? —preguntó, frotándose los oj os una vez m ás. —Sí, bien. Bueno, todo lo bien que puedo estar. Me sentiré m ej or después de darm e una ducha. Se levantó. —Solo para que lo sepas, ay er por la noche m e arrebataste m i tí- tulo de locura. No sé cóm o te las apañaste, pero no quiero que lo hagas otravez. —Bueno, digam os que crecí en ese am biente, Trav. No tiene gran importancia. Me cogió la barbilla entre las m anos y m e lim pió los restos de rím el de debajodelosojosconsuspulgares.