—Sí. En m i apartam ento nuevo.
—¡Has encontrado uno! Se rio y asintió.
—Pero habrá que pedir algo, lo que cocino no es exactam ente com
estible.
—Me lo com ería de todas form as —dij e, sonriéndole.
Parker echó una m irada a la habitación y m e conduj o al vestíbulo.
Con delicadeza, m e apoy ó contra la pared y m e besó con sus suaves
labios. Sus m anos estaban por todas partes. Al principio, m e dej é lle-
var, pero, después de que su lengua se adentrara entre m is labios, m e
invadió el nítido sentim iento de que estaba haciendo algo mal.
—Ya vale, Parker —dij e, desem barazándom e de él.
—¿Pasa algo?
—Sim plem ente m e parece que es de m ala educación enrollarm e
contigo en una esquina oscura m ientras m is invitados están ahí fuera.
Sonrió y m e besó de nuevo.
—Tienes razón. Lo siento. Solo quería darte un beso de cum
pleaños memorableantesdeirme.
—¿Ya te vas? —Me tocó la m ej illa.
—Tengo que levantarm e dentro de cuatro horas, Abs. Apreté los
labios.
—Está bien. ¿Nos vem os el lunes?
—Nos vem os el lunes. Me pasaré a verte cuando vuelva.
Me llevó a la puerta y m e dio un beso en la m ej illa antes de irse.
Me di cuenta de que Shepley, Am erica y Travis no m e quitaban el oj
o de encima.
—¡Papi se ha largado! —gritó Travis cuando la puerta se cerró—.
¡Hora de em pezar lafiesta!
Todo el m undo coreó sus palabras, y Travis m e llevó al centro del
piso.
—Un m om ento… Tengo un horario que cum plir —dij e, llevándo-
lo de la m ano hasta la encim era. Engullí otro chupito y m e reí cuando
Travis cogió uno delfinalylochupó.Cogíotro,melotraguéyélhizolomismo.
—Siete m ás, Abby —dij o Brazil, m ientras m e entregaba otros dos
billetes de veinte dólares.
Me sequé la boca m ientras Travis tiraba de m í de nuevo hacia el sa-