Una hora y tres chupitos después, estaba en el salón bailando con
Travis. La canción era una balada rock, y Travis iba diciéndom e la
letra m ientras bailábam os. Al final del prim er estribillo m e tum bó
hacia atrás, y dej é caer los brazos detrás de m í. Volvió a incorporarm e
ysuspiré.
—Ni se te ocurra hacer eso cuando pase de los diez chupitos —brom
eé.
—¿Te he dicho lo increíble que estás esta noche?
Dij e que no con un gesto y lo abracé, m ientras apoy aba la cabeza
en su hom bro. Me abrazó m uy fuerte y ocultó su cara en m i cuello,
haciéndom e olvidar cualquier cosa sobre decisiones o pulseras o m is
diferentes personalidades; estaba exactam ente donde queríaestar.
Cuando la m úsica cam bió a un ritm o m ás rápido, la puerta se abrió.
—¡Parker! —grité, m ientras corría a abrazarlo—. ¡Has conseguido
venir!
—Siento el retraso, Abs —se disculpó él, apretando sus labios contra
los m íos.
—Felicidades.
—Gracias —dij e, notando que Travis nos m iraba fij am ente por el
rabillo del oj o. Parker levantó m i m uñeca.
—Te la has puesto.
—Te dij e que lo haría. ¿Quieres bailar? Dij o que no con la cabeza.
—Hum …, y o no bailo.
—Ah, vale, ¿quieres ver cóm o m e tom o m i sexto chupito de Patron?
— Sonreí, m ientras levantaba m is cinco billetes de veinte dólares—.
Duplicaré el dinero si llego a quince.
—Eso es un poco peligroso, ¿no? Me acerqué a su oído.
—Lo tengo controlado. He j ugado a esto con m i padre desde que
tenía dieciséisaños.
—Ah —dij o él, con el ceño fruncido en señal de desaprobación—.
¿Bebías tequila con tu padre?
Me encogí de hom bros.
—Era su m anera de establecer lazos.
Parker no parecía m uy convencido cuando apartó la m irada de m í y
repasó a los asistentes a la fiesta.