Brazil subió el volum en de la m úsica y todo el m undo gritó.
—¡Ven aquí, Abby ! —dij o él, dirigiéndose hacia la cocina. Puso
en fila unos vasos de chupitos sobre la encim era y sacó una botella de
tequila del bar—. Feliz cum pleaños de parte del equipo de fútbol, nena.
—Sonrió m ientras llenaba cada vasito hasta arriba de Patron—. Así ce-
lebram os los cum pleaños nosotros: si cum ples diecinueve, te sirven
diecinueve chupitos. Puedes bebértelos o dárselos a alguien,perocuanto
smásbebas,másdeestosconseguirás—dijo,mientras agitaba un puñado de
billetes deveinte.
—¡Oh, Dios m ío! —grité.
—¡Bébetelos todos, Palom a! —dij o Travis. Miré a Brazil, suspicaz.
—¿Me darás un billete de veinte por cada chupito que m e beba?
—Exactam ente, peso plum a. A j uzgar por tu tam año, m e atreveré a
decir que acabarem os perdiendo solo sesenta pavos al final de la noche.
—¡Repasa esos cálculos, Brazil! —dij e, m ientras cogía el prim er
vaso, m e lo llevaba a los labios, echaba la cabeza hacia atrás para vaciar-
lo y, después, m e lo pasaba a la otra m ano.
—¡Joder! —exclam ó Travis.
—Qué asco, Brazil —dij e, lam iéndom e las com isuras de la boca—.
Has echado Cuervo, y no Patron.
La sonrisa petulante de la cara de Brazil desapareció, m ovió la cabe-
za de un lado a otro y se encogió de hom bros.
—Ve a por él, pues. Tengo las carteras de doce j ugadores de fútbol
que dicen que no podrás ni con diez.
Fruncí los oj os.
—Doble o nada a que puedo beberm e quince.
—¡Eh! —gritó Shepley —. ¡Sería m ej or que no acabaras hospitali-
zada el día de tu cum pleaños, Abby !
—Puede hacerlo —dij o Am erica, m ientras m iraba fij am ente a
Brazil.
—¿Cuarenta pavos el chupito? —dij o Brazil, con m irada insegura.
—¿Tienes m iedo?
—¡Dem onios! ¡No! Te pagaré veinte dólares por chupito, y cuando
llegues a quince duplicaré el total.
—Así celebram os los de Kansas los cum pleaños —dij e, antes de
engullir otro chupito.