Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 115

¿Sabes qué? Me he cansado de esta conversación. Vam os a que nos peinen y nos maquillen.Tecompraréunvestidonuevoportucumpleaños. —Creo que eso es exactam ente lo que necesito —dij e. Después de horas de m anicuras, pedicuras, de que nos peinaran, de que nos hicieran la cera y nos em polvaran, m e calcé unos brillantes zapatos de tacón amarilloymemetíenminuevovestidogris. —¡Ah, esa es la Abby que conozco y quiero! —Se rio m ientras apro- baba con la cabeza m i conj unto—. Tienes que ir así vestida a tu fiesta de mañana. —¿No era ese el plan desde el principio? —dij e, con una sonrisa bur- lona. El m óvil vibró en m i bolso y m e lo suj eté j unto al oído. —¿Diga? —¡Es hora de cenar! ¿Dónde dem onios estáis? —dij o Travis. —Nos estam os m im ando un poco. Shep y tú sabíais com er antes de que llegáram os nosotras. Estoy segura de que podréis arreglároslas. —Vale, vale, no te aceleres. Nos preocupam os por vosotras, y a lo sabéis. — Miré a Am erica y sonreí. —Estam os bien. —Dile que enseguida te llevo de vuelta a casa. Tengo que parar en casa de Brazil para recoger unos apuntes que Shep necesita, y después nos irem os directam ente a casa. —¿Lo has oído? —pregunté. —Sí. Nos vem os ahora, Palom a. Conduj im os en silencio hasta la casa de Brazil. Am erica apagó el m otor y se quedó m irando el edificio de apartam entos que tenía delante. Me sorprendió que Shepley le hubiera pedido a Am erica que se pasara por allí. Estábam os solo a una m anzana del apartam ento de Shepley yTravis. —¿Qué pasa, Mare? —Brazil m e da escalofríos. La últim a vez que estuve aquí con Shep, se puso a coquetear conm igo. —Bueno, pues entonces voy contigo. Si se atreve a guiñarte el oj o, se lo m achacaré con m is zapatos de tacón nuevos,¿te parece? Am erica sonrió y m e abrazó.