Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 112

¡Sim plem ente estaba cabreada! Se m ovió furioso por la habitación y se detuvo a unos m ilím etros de m í. Sus m anos tocaron cada lado de m i cara, su aliento era rápido m ientras exam inaba mi cara. —¿Qué estam os haciendo, Palom a? Clavé prim ero la m irada a la altura del cinturón, luego em pecé a subirla por los m úsculos y los tatuaj es de su estóm ago y su pecho, y finalm ente la posé en la calidez m arrón de sus oj os. —Dím elo tú.