Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 108

Levanté la m uñeca y m oví la cabeza, hipnotizada por el brillo y el color de las piedras a la luz delsol. —Es la cosa m ás bonita que he visto en m i vida. Nadie j am ás m e ha dado algo tan… —caro m e vino a la cabeza, pero no quería decir eso—… elaborado. No sé qué decir. Parker se rio y luego m e besó en la m ej illa. —Di que te lo pondrás m añana. Sonreí de orej a a orej a. —Me lo pondré m añana —dij e, m irándom e la m uñeca. —Estoy encantado de que te guste. La m irada en tu cara m erece el esfuerzo de las siete tiendas que herecorrido. Suspiré. —¿Has ido a siete tiendas? —Asintió con la cabeza, y y o cogí su cara con m is m anos—. Gracias. Es perfecto —dij e, dándole un beso rápido. Me abrazó. —Tengo que irm e. Voy a com er con m is padres, pero te llam aré m ás tarde, ¿de acuerdo? —Vale. ¡Gracias! —Le grité m ientras lo veía salir corriendo escale- ras abaj o. Me m etí deprisa en el apartam ento, incapaz de apartar los oj os de m i muñeca. —¡Joder, Abby ! —dij o Am erica cogiéndom e la m ano—. ¿De dónde has sacado esto? —Me lo ha traído Parker. Es m i regalo de cum pleaños —dij e. La m irada de Am erica, que seguía boquiabierta, pasaba de m í a la pulsera. —¿Te ha com prado una pulsera de diam antes del tam año de una m uñequera de tenis? ¿Después de una sem ana? ¡Si no te conociera bien, diría que tienes una entrepierna mágica! Me reí en alto y em pecé una fiesta ridícula de risitas en la sala de estar. Shepley salió de su dorm itorio con aspecto cansado y satisfecho. —A ver, chifladas, ¿de qué os reís tanto? Am erica m e levantó la m uñeca. —¡Mira lo que le ha regalado Parker por su cum pleaños! Shepley m iró con oj os entreabiertos y luego se le salieron de las