Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 103

si m e entero de que él…, sim plem ente no m e lo digas. —Travis —suspiré—. ¡No puedo creer que estés diciendo lo que di- ces! —dij e poniéndom e la m ano en el pecho—. ¡Yo no he…! ¡Ah! No im porta. Em pecé a andar alej ándom e de él, pero m e agarró el brazo e hizo que m e diera la vuelta hasta que lo tuve de frente. —¿Qué es lo que no has hecho? —preguntó, serpenteando un poco. No respondí, no tenía por qué. Podía ver la luz de reconocim iento ilum inar su cara y m e reí. —¿Eres virgen? —¿Y qué? —dij e, m ientras notaba cóm o m e ardían las m ej illas. Sus oj os se apartaron de los m íos, intentando enfocar la m irada m ientras pensaba con dificultad por culpa del whisky. —Por eso estaba Am erica tan segura de que no llegaría m uy lej os. —Tuve el m ism o novio durante los cuatro años de la escuela secundaria. ¡Aspiraba a ser j oven m inistro baptista! ¡Nunca lo consiguió! La rabia de Travis se desvaneció, y el alivio se le transparentó en los oj os. —¿Un j oven m inistro? ¿Qué sucedió después de toda su duram ente conseguida abstinencia? —Quería casarse y quedarse en… Kansas. Yo no. Quería cam biar de tem a desesperadam ente. La risa en los oj os de Travis era m uy hum illante. No quería que siguiera hurgando en m i pasado. Dio un paso hacia m í y m e agarró la cara con las dos m anos. —Virgen —dij o, m eneando la cabeza hacia los lados—. Nunca lo hubiera im aginado después de verte bailar en elRed. —Muy gracioso —dij e subiendo las escaleras en trom ba. Travis intentó seguirm e pero resbaló, se cay ó rodando de espaldas y gritando histéricam ente. —¿Qué haces? ¡Levántate! —dij e, ay udándolo a ponerse en pie. Me agarró con un brazo alrededor del cuello, y lo ay udé a ponerse en pie en las escaleras. Shepley y Am erica estaban y a en la cam a, así que, sin nadie a la vista que pudiera echar una m ano, m e quité los zapatos de un puntapié para evitar rom perm e los tobillos m ientras llevaba a Travis