Maravilloso desastre Maravilloso Desastre | Page 102

—¿Porqué no te quedas, Abs? —decía él a punto de estallar. Le indiqué a Am erica con la cabeza que siguiera y ella de m ala gana obedeció. Me crucé de brazos, lista para una pelea, preparándom e para atacarlo después del inevitable discurso. Travis dio varias caladas a su cigarrillo y, cuando quedó claro que no se iba a explicar, la paciencia se m eagotó. —¿Por qué has hecho eso? —pregunté. —¿Por qué? ¡Porque estaba sobándote enfrente de m i apartam ento! —gritó. Parecía que se le iban a salir los oj os de las órbitas y podía percibir que era incapaz de m antener una conversación racional. Mantuve la voz en calm a. —Puedo quedarm e contigo, pero lo que haga y con quién lo haga es asunto mío. Arroj ó el cigarrillo al suelo em puj ándolo con la punta de dos dedos. —Eres m ucho m ej or que eso, Palom a. No le dej es que te folle en un coche com o si fueras un ligue barato de fiesta de fin de curso. —¡No iba a tener relaciones sexuales con él! Gesticuló en dirección al espacio vacío donde había estado el coche de Parker. —¿Qué estabais haciendo entonces? —¿No has salido nunca con alguien, Travis? ¿No has j ugueteado sin ir m ás lejos? Frunció el ceño y sacudió la cabeza com o si y o estuviera diciendo tonterías. —¿Qué tiene que ver eso? —Mucha gente lo hace…, especialm ente quienes tienen citas. —Las ventanas estaban em pañadas, el coche se m ovía…, ¿qué iba a saber yo?—dijo,moviendolos brazos endirecciónalespaciovacíodelaparcamiento. —¡Tal vez no deberías espiarm e! Se frotó la cara y sacudió la cabeza. —No puedo soportar esto, Palom a. Creo que m e estoy volviendo loco. Dej é caer las m anos golpeándom e las caderas. —¿Qué es lo que no puedes soportar? —Si duerm es con él, no quiero saberlo. Iré a la cárcel m ucho tiem po