núm. 60 ·
Romance de Luna y Mar
I
Rosario Iglesias.
Llega la noche tan rápido, aquí,
en el apartado lugar donde te espero,
el viento se lleva el lamento de mi soledad.
La luna refleja en el mar quieto sus blancas
y mágicas sonrisas, ni así puede alegrarme
con esa complicidad tan suya…
Luna madre me mira triste y sufre,
y le pide a su amante mar
que me emocione, que me de
fortaleza e ilusiones.
Mi padre, enronquecido de impotencia,
ante mi solo y triste desvarío,
hace olas grandes y las deja a
mis pies, como entelequia.
Pero yo te espero, y eso, es cosa mía,
y tú no llegas, ¡qué cruel alevosía!
Quizá oteando el mar en otras playas
bañadas por la misma madre luna.
Mirando el cielo que estrellado llena
tu corazón de poesía,
estás aletargado, flotando en tu nube
de soledad, como la mía…
Hija que soy, bastarda, de la luna,
y de escondidos amoríos con el mar,
guardo en mi corazón mucha tristeza
por ese amor secreto, Luna y Mar.
Y mirando perdida el horizonte,
mil veces me pregunto, ¿llegarás?
¡Ah, qué tormento tan divino!
¡Ah, cuántas ganas de amar!
como tesoro de valor, y la lleva
en sus olas a la playa donde te espero, amor,
y recuesta los trozos en la arena,
y mi cuerpo se llena de esplendor…
II
Todo es fuerza de amor, todo es tristeza y
todo un drama de pasión intensa… la luna
muere en brazos de su amante, y renace
enamorada, muchas veces…
Hoy, ellos sufren, yo te espero aquí,
en donde llegan millones de luceros,
restos de Luna al sucumbir
Madre Luna, ¿Qué no haces tú por mí?
Hoy, separación de
muerte para ellos,
no pueden disfrutar
ya de su amor.
Exequias de pasión
sobre la arena…
¡llegó su esposo
el sol!...
Así en mi soledad sigo esperando,
rendida de temor y de llorar,
y mi madre luna temblando,
estrella en mil pedazos su carcaza de
hueso iluminado y cae al mar,
Hoy, mi espera, de
pasión al rojo vivo,
escucha tu llegar…
¡vienes del mar!...
Éste la recibe sollozando y la abraza
P.D.
¡Te amo tanto!
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