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· núm. 60
El nativo
Cuando el antiguo nativo
pacífico habitaba en su poblado,
era de collares de perlas artesano
y pescador ferviente del océano;
era un guerrero más fortificado,
en este valle tan lleno de belleza,
alimentándose de maíz aquí sembrado,
y por las altas montañas custodiado
por garzas y flamencos frecuentado.
Carlos Roque García Pirsch
Los templos construidos a sus dioses
los habitaban los de la nobleza,
que del sur, del centro y de otros lados
venían a disfrutar de la belleza
de sus playas y también, por su grandeza
del pueblo por montañas resguardado,
que por muchos fuera visitado,
incas y mayas por el mar llegaron,
en rutas marítimas que utilizaron
allende el mar y también colonizaron
y su cultura en Tzalagua nos dejaron
que en tumbas tiro lo constatamos.
Era su pueblo un oasis, paraíso sin igual
se llamaba Coscotlán y era afamado
en el tianguis de la gran Tenochtitlan,
por la variedad de su riqueza:
piedras preciosas, perlas del mar,
caracoles, conchas, famosísimo pescado
que corriendo era llevado
a diario al gran mercado,
y que en el tianguis era comprado
por aquellos que emigraron desde Aztlán.
Del maíz (en el valle cultivado)
su pueblo, en general, fue alimentado
con granos, aves, fruta y pescado asado,
a veces con faisán y con venado,
sus mujeres lo mantenían fortificado
frutas, hongos y manjares muy sofisticados.
De día se mantenía muy ocupado,
buscando perlas y piedras preciosas,
que enviaban a la gran meseta, entre otras cosas,
como ofrenda para la más alta realeza,
apreciadas por su calidad y su pureza,
su gran tamaño y reluciente brillo,
y sus perlas fueron tan famosas
que las portaban la nobleza con gran brío.
Pasaba su vida así, por la brisa del mar acariciado,
jugando en la playa desde “escuincle”,
o en el cerro cazando el gran venado,
con su perro llamado xoloitzcuintle.
Sin embargo, también fue codiciado,
y por tribus vecinas asediado;
Era feliz, todo estaba de su lado,
mas sus antepasados se lo habían anticipado,
-habia que estar muy preparadosse auguraba el fin de su reinado,
mas él, así mismo había jurado,
que jamás sería domesticado,
aplacando al intruso evitaría ser molestado.
Cuando por la espada y la cruz fue amenazado,
y el español feroz y altivo
su pueblo lo tenía sitiado,
y que finalmente fuera atacado,
repelió oportuno al invasor furtivo
mas finalmente fue derrotado
por las tribus vecinas traicio