[ EL POST DEL MES ]
Exactamente así es como me siento tras haber
dejado reposar unos días la lectura de este artículo
de Carmen Posadas. Y sí, pongo el enlace, porque
su opinión merece una visita tanto como cualquier
otra, porque tenemos que esforzarnos por clavarle
un alfiler a nuestra burbuja. Podría haber escrito esta
entrada inmediatamente después de que sus palabras
me encendieran las entrañas; podría haberla juzgado,
como hace ella con vosotras, con las mamás a las que
yo me siento más cercano; podría decir que qué derecho tiene ella a opinar acerca de vuestra vida terrenal
desde la posición acomodada que su familia privilegiada a buen seguro le ha garantizado; podría dar
por hecho que en casa de la mujer del Gobernador
del Banco de España mamá no tenía que agacharse a
limpiar vómitos de bebé del viejo suelo de la cocina, que no sería ella quien cambiaba pañales, quien
consolaba con unos brazos que parecen estirarse
hasta el suelo después de horas de arrullo a un llanto
inconsolable. Pero no lo voy a hacer, porque no lo sé,
y porque aunque lo supiera, no soy nadie para juzgar
sus decisiones vitales ni de crianza.
Ella, en cambio, sí juzga. Desde una pretendida
posición poseedora de la única verdad del feminismo,
desplaza de un plumazo a todos los hombres del cuadro y carga una vez más las tintas sobre las mismas
dianas aburridas de siempre: las mujeres, las madres. Y
seguramente lo haga también desde una burbuja, pero
no por eso deja de hacer —en mi humilde opinión— un
flaco favor a la causa que aparenta defender.
hogar? En primer lugar: no. Y en segundo lugar: ¿y
qué si ella hubiera decidido hacerlo así? ¿Es algo de
lo que avergonzarse pretender trabajar en el hogar?
¿Tengo que sentirme humillado yo por haber elegido
dejar mi puesto en una empresa durante un tiempo
para dedicarme a mi hija y a mi hogar? No, Carmen
Posadas, no. Eso que tú llamas una moda no es tal, y
lo que trae no son viejos roles que tú eliges atribuir a
las madres. Eso que tú llamas una moda está revolucionando muchos hogares con nuevos roles masculinos que pareces desconocer, porque ya no asumimos
que sea mamá la que debe llevar la tarta al cole,
porque somos ya muchos los padres que cocinamos
para nuestros hijos. Y nos gusta. Y nos sentimos
orgullosos de ello. Eso que tú llamas una moda puede
que lo que esté llevando a nuestra despensa sea una
dieta más sana alejada de la bollería industrial, una
conciencia más profunda sobre las implicaciones que
nuestro estilo de vida tiene sobre los demás y sobre
el medio ambiente que nos rodea. Y tú eres libre de
no compartir la filosofía de eso que tú llamas una
moda, pero déjanos a nosotros ser libres de hacer lo
que nos dé la gana.
«Ante mi sorpresa, llegada la hora empezó a dar
de mamar al retoño después de que este, hablando
como un catedrático, solicitara el servicio de comedor. No seré yo quien se mese los cabellos ante las
madres que reclaman su derecho a alimentar a sus
hijos, allá cada cual con su particular afán de protagonismo, por no decir exhibicionismo.»
«”El viernes es la fiesta de fin de curso, cada
madre traerá algo para la merienda. Por supuesto tú puedes aportar una tarta que compres por
ahí en vez de algo casero, como estás tan ocupada…”. Este diálogo, sacado de una película de
Anne Hathaway, resume un hecho nuevo y nada
tranquilizador: el regreso, a través de la moda de
lo natural y ecológico, de ciertos roles femeninos
más ancestrales y retrógrados.»
¿Pero por qué precisamente «femeninos»? Ya
sabéis que nosotros en casa defendemos en buena
medida esa vuelta a lo casero; ¿acaso significa
eso que mamá haya abandonado su rol de mujer
trabajadora e independiente para someterse al
JULIO 2016 •
mama
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