LíderSoy Marzo 2014 | Page 5

Me puse a imaginar, que diría alguna mujer de la edad de mi abuela. Antes los hombres eran románticos, antes se esforzaban y luchaban por el amor de una mujer. ¿Será que ellos permanecen esforzándose y el lucha día a día por ella, busca demostrarle su amor constantemente y eso los mantiene juntos?.

Y me puse a pensar. ¿Todos querremos un cuento de hadas?. ¿Es el sueño de alguien vivir el resto de sus días con alguien?. Muchos toman esta elección y se deciden aventar a esa aventura: El matrimonio.

¿Por qué estar con alguien? Y empiezan a surgir muchas teorías y explicaciones por las cuales alguien desearía despertar con esa otra persona. Pero el punto es que nos encontramos con alguien, y nos enamoramos. Empezamos a ver a esa persona, de una manera especial. Sencillamente nos sorprendemos lo mucho que deseamos estar con ella, conversar con ella. Reconocemos inmediatamente, eso que decimos enamoramiento. Es una sensación maravillosa, cada momento que pasa es sorprendente. La presencia de la otra persona nos inspira.

Pero luego reconocemos que esa sensación, esa emoción que se consume en llamas, poco a poco disminuye, esa persona, ya no es tan misteriosa, empezamos a conocerla más. Ya no vemos a esa del cual nos enamoramos, vemos: a una persona. Terapeutas, autores expertos del tema, nos explican: Ha pasado ya la fase del enamoramiento. Ahora se consolida si todo va de acuerdo a lo establecido la fase del amor, el cual tiene bases mas profundas, pero su característica principal es menos pasional. Nos encontramos ante ese ser humano, con defectos.

Pero también esa princesa, ese príncipe, tiene errores, muchos de los cuales en su momento no toleramos, y comienzan los problemas. Nos remitimos a la posible etiología: Problemas de comunicación, justificando nuestras actitudes infantiles. Empezamos a ver en el otro actitudes manipuladoras. Sentimos resentimiento, sentimos celos. Ahora las visitas con sus amigos no son nada gratas, o más con sus amigas. Debe ser una traición. No me quiere. Empezamos a ver ese lado real de la persona. Y descubrimos lo incapaces que somos para lidiar con estas situaciones.

Pero seguimos considerando… no es que no exista el cuento de hadas, es que no he encontrado a mi media naranja con la cual voy a escribir mi cuenta de hadas. Pero no lo admitimos, para justificar nuestro dolor nos defendemos considerando que entonces el cuento de hadas no existe, o por el otro lado para sentir que dimos todo de nuestra parte para mantener esa relación de ensueño, la perpetuamos y toleramos toda clase de ofensas justificando acciones bajo la premisa “el amor lo perdona todo”.