Los estados de ánimo
Fernando Mieres
En ambientes laborales solemos encontrar trabajadores llenos de entusiasmo, que suponen que todo es fácil (actitud maníaca), junto a trabajadores más apáticos, que no son tan entusiastas y voluntaristas (actitud depresiva).
Los estados de ánimo son sensaciones que tenemos los humanos, aparentemente provocadas por alteraciones orgánicas.
Sentirse alegre o triste, puede o no estar vinculado a fenómenos externos, a recuerdos, a circunstancias de nuestra vida.
Es probable que nuestro cuerpo tenga funcionamientos que «segreguen» pensamientos, sentimientos, emociones.
Cuando esto ocurre, no podemos evitar buscarle alguna explicación haciéndonos preguntas del tipo ¿por qué estoy tan contento?, ¿por qué la gente me parece peligrosa?, ¿por qué ayer era más optimista que hoy?
La mayoría de las veces nos convencemos de que es la psiquis la que produce los estados de ánimo y pocas veces suponemos que son nuestras hormonas las que «producen» cambios en el humor a los que, posteriormente, les atribuimos alguna causa convincente aunque indemostrable.
Nuestro cuerpo produce dos estados de ánimo extremos que son la depresión y la manía. La primera nos da tristeza y la segunda nos da alegría. Con estado depresivo todo nos parece difícil y con estado maníaco todo nos parece fácil.
En ambos casos nuestro cuerpo está desajustado en la percepción de la realidad: en un caso hacia lo negativo (la depresión) y en el otro caso hacia lo positivo (manía).
En algunos casos estos fenómenos pueden ser tan intensos y duraderos que para moderarlos necesitamos consumir psicofármacos.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, tienen manifestaciones suaves y de poca duración.
En ambientes laborales solemos encontrar trabajadores llenos de entusiasmo, generalmente jóvenes con poca experiencia, que suponen que todo es fácil (actitud maníaca), junto a trabajadores más apáticos, generalmente veteranos con mucha experiencia, que no son tan entusiastas y voluntaristas (actitud depresiva).