La mayoría de las veces nos convencemos de que es la psiquis la que produce los estados de ánimo y pocas veces suponemos que son nuestras hormonas las que «producen» cambios en el humor a los que, posteriormente, les atribuimos alguna causa convincente aunque indemostrable.
Nuestro cuerpo produce dos estados de ánimo extremos que son la depresión y la manía. La primera nos da tristeza y la segunda nos da alegría. Con estado depresivo todo nos parece difícil y con estado maníaco todo nos parece fácil.
En ambos casos nuestro cuerpo está desajustado en la percepción de la realidad: en un caso hacia lo negativo (la depresión) y en el otro caso hacia lo positivo (manía).
En algunos casos estos fenómenos pueden ser tan intensos y duraderos que para moderarlos necesitamos consumir psicofármacos.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, tienen manifestaciones suaves y de poca duración.
En ambientes laborales solemos encontrar trabajadores llenos de entusiasmo, generalmente jóvenes con poca experiencia, que suponen que todo es fácil (actitud maníaca), junto a trabajadores más apáticos, generalmente veteranos con mucha experiencia, que no son tan entusiastas y voluntaristas (actitud depresiva).