El cuerpo: sujeto y objeto de indagación
El cuerpo: sujeto y objeto de indagación
Daniela pinto
Recuerdo una vez, hace mucho, durante una clase de danza el profesor nos propuso un ejercicio en parejas que consistía en recorrer lenta y suavemente a la otra persona con las manos. Mientras lo hacíamos pedía que nos concentráramos en sentir nuestras manos sintiendo al otro o, lo que es lo mismo, quería que prestásemos mucha atención al registro que en nuestra piel dejaba el contacto con la piel del otro; que nos concentráramos en sentir la huella que ese cuerpo iba dejando en cada pedacito de piel de la palma de nuestras manos. Al hacerlo durante un rato, era inevitable que se hiciera presente todo nuestro cuerpo mientras tocábamos a la persona junto a nosotros; que comenzaran a hacerse conscientes espacios que se iban abriendo desde ese simple roce de una mano sobre otra piel. Allí, en esos lugares que lentamente se iban abriendo en nosotros, podíamos sentir también al otro, a las resonancias de ese cuerpo en el nuestro
En el área de lo corporal, ya no en danza sino en el ámbito de las terapias expresivas y terapéuticas con el cuerpo, se requiere del docente o terapeuta una manera similar de estar durante la sesión; una manera específica de colocarse en relación que se caracteriza, precisamente, por una actitud de escucha y receptividad desde todos los sentidos. Ello implica una disposición a suspender temporalmente las fronteras, a permitir que el otro se interne a través de cada uno de los poros de nuestro cuerpo y, mientras eso sucede, permanecer atentos a las huellas de ese pasar por nuestros espacios internos.
Este estado de escucha receptiva es similar al descrito por Daniel Stern al referirse a la experiencia del infante humano en sus primeros meses de vida, en los que prima un sistema
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