Luli - papeles en movimiento (n°1) Luli - papeles en movimiento (n°1) | Página 22

mirados al vuelo para un festival o para preparar una clase, arman entre todos un Guernica o un Frankestein o un tapiz, en todo caso una red imposible de reponer a la hora de definir un criterio de selección o de jerarquización. Esta modalidad de convivencias con formas de trabajo académicas de mi formación como bailarina clásica y contemporánea y coreógrafa son contrastantes y estructurales en mi formación. Perdón: bailarina, y coreógrafa, y docente, que es en definitiva con lo que me gano la vida. Y no es como la Mujer Maravilla y Diana Prince, que cuando está una no está la otra, no, en mi caso soy bailarina, coreógrafa y docente a la vez, en una convivencia no siempre pacífica o armónica. Por eso siento que el concepto de polirrubro que plantea Federico León me define. No es solo la mezcla sino la forma de reciclar y reubicar permanentemente materiales, influencias, ganas de“ hacer como”. Esto que digo no es nada nuevo, eso es lo que dice Federico León, no son condiciones personales, sino históricas, económicas, institucionales, culturales, en última instancia identitarias. Acá somos así. Entonces, puedo ponerlo a mi favor y hacerlo práctica o puedo lamentarme amargamente por no poder hacer como en París o en Berlín, o puedo disimularlo en un discurso universal, grave, y profundo( como todo lo“ universal”). No, nada de eso, la danza, el teatro que me interesan son polirrubro, no disimulo, no me lamento, exploro las oportunidades que esa mezcla, esa multifunción, me ofrece.
Ahora bien, alguien podría decir que Federico León, como buen dramaturgo, exagera, que esa escena heterogénea, discontínua, abigarrada no es algo propio de la práctica coreográfica o teatral argentina o bahiense, sino que es el entramado mismo de la contemporaneidad, que son más bien las condiciones estructurales de la modernidad en todo el mundo. Sin embargo no nos cansamos de escuchar que Bahía Blanca es cerrada, es conservadora, que nunca pasa nada, que no es como otros lugares, que acá no se puede, etc, etc, etc. Voy entonces a la segunda palabra de mi glosario personal, que es Colonialidad. No colonialismo, que tiene que ver con un orden de sometimiento político, económico y administrativo, sino colonialidad, que implica pensar, ver y actuar según la mirada y los intereses de determinados grupos sociales en lugar de pensar, ver y actuar según nuestros propios intereses, sin ser del todo conscientes de esta situación. Al respecto dice Aníbal Quijano en su trabajo Colonialidad del poder y clasificación social
Lo que es realmente notable de toda estructura societal es que elementos, experiencias, productos, históricamente discontinuos, distintos, distantes y heterogéneos puedan articularse juntos, no obstante sus incongruencias y sus conflictos, en la trama común que los urde en una estructura conjunta. La pregunta pertinente indaga acerca de lo que produce, permite o determina semejante campo de relaciones y le otorga el carácter y el comportamiento de una totalidad histórica específica y determinada. Y
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