Los omniscientes N°1 , Julio 2014 | Page 37

que de niña heredó,

con asfixia por su asma

que al hospital la mandaba,

así siempre de la cama

ella se levantaba.

No quisiera dejar de lado

algo que la prosa no he contado,

por dolor y tristeza,

y quizá mucha angustia nos causa,

una madrugada de tantas,

que la mujer dormía sola con sus hijos

en la cama, porque su esposo

estaba pasando por una racha mala,

la bella mujer despertó

con susto en el corazón

y un frío de muerte que a ella la envolvió,

Eran las cuatro y treinta de la mañana

y ella descubrió

que su esposo no llegó a dormir,

preocupada le dijo a su hijo mayor:

fíjate si alrededor

se encuentra tu papa dormido,

apenas aclaraba el día

y su hijo encontró a su padre

pero no dormido.

Mami, Mami, ya encontré a mi papi

está jugando con su camisa

en el árbol de mango.

Allí sin vida colgaba

de las verdes ramas

decidió suicidarse

aquella madrugada.

Una prosa dedicada

para la mujer que sufrió

de ver la cruel decisión,

de quien vida dio a su seis hijos,

porqué en su vientre

estaba el setimó de cinco meses,

que difícil le tocó criar

sus hijos, limitados hasta de cariño

por su triste decisión.

Hoy dedico esta prosa a la mujer

que hasta la muerte conoció el dolor,

luchó por dar amor

y un poco de educación;

un cáncer a ella la venció,

y a la tumba el cuerpo envió.