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Los nueve círculos 19
Primero fueron cayendo algunas cerezas , pero en seguida se escuchó el crujir de una rama y el grito de angustia de Javier . Y con ojos de horror lo vimos caer en la acequia . Al punto , Piedad , Miguel y Paco acudieron en su socorro y todos los pequeños detrás , excepto Marian , que corrió a dar aviso a los mayores de lo sucedido .
Cuando llegaron mis padres , sus amistades , los caseros y nuestra criada Marcelina , todo eran gritos , lamentos y explicaciones confusas . El que parecía más tranquilo de todos era el propio Javier que , pese a sentir un gran dolor en el brazo y a encontrarse empapado , intentaba explicar :
— No ha sido nada . Hubiera cogido muchas más cerezas que Paco y que Miguel si esa rama no llega a fallar . Estoy dispuesto a intentarlo otro día …
Después de lo ocurrido , se dio fin precipitadamente al banquete primaveral . No nos dejaron ni despedirnos de los hijos de los aparceros . La esposa del capitán Bolívar le decía a mi madre con cierto sofoco :
— Es que no hemos debido permitirles jugar con esos chicos tan vulgares y tan brutos . ¡ A ver si mis niños han aprendido alguna palabrota !
Pero mamá , llena de preocupación por Javier , apenas la escuchaba y le insistía a mi padre para que lo llevase a la Casa de Socorro :
—¡ Que lo miren muy bien de arriba abajo , Miguel ! Puede que tenga alguna otra herida o rotura además de la del brazo . ¡ Dios mío , qué sofocación !
Marian lloraba en el regazo de Marcelina , y los caseros , con la ayuda de una hermana de Palmira , que era monja , intentaban meter dentro de casa a sus hijos . Aquella monja , sor Encarnación de nombre , aunque era joven , tenía cara y gesto de vieja enfadada y recuerdo que cuando me vino a besar por