Los nueve círculos-teaser | Page 5

16 Fernando de Villena
Mi padre no era tan alto como el capitán Bolívar ni tan bizarro como el comandante Escosura , pero entre ambos destacaba por su aire todavía juvenil y su cabello rubio . Además , al contrario que sus dos amigos , era muy campechano .
— Ya llegan las habas con jamón – anunció con su voz templada , y yo observé a Palmira , guapa , pero casi oculta tras la inmensa y humeante fuente , que se aproximaba con gran cuidado de no tropezar .
—¡ Qué bien has puesto la mesa , Palmira , con estas flores que huelen a gloria ! – le comentó mi madre , y las otras dos señoras añadieron al punto otras palabras elogiosas .
—¡ Y qué bien huelen esas habas ! – exclamó la mujer del comandante . —¡ Mejor sabrán ! – remató la otra señora . — Pues las flores las ha dispuesto esta mañana mi marido y las habas las ha cocinado la criada que han traído ustedes – respondió con sequedad Palmira antes de retirarse en busca de otra fuente colmada de huevos fritos .
— Tiene muchos humos esta casera vuestra – comentó la esposa del capitán Bolívar . — No sé cómo lo consentís – agregó la del comandante . — Mi marido está muy contento con el aparcero . Es un hombre formal , muy trabajador , y desde que se quedó al cargo de la huerta contamos cada año con unas rentas que nos vienen muy bien para redondear el sueldo de Miguel . Y si esa tiene tantos humos , pues que se aguante , que luego no le hacen ascos a las propinas que les da mi esposo cada vez que tenemos una reunión como la de hoy .
La Mora , una perra anciana , de color negro y nada limpia , rondaba ambas mesas en espera de algunas sobras , y a mí su presencia me producía cierto miedo que intenté disimular en vano ante los hijos del capitán Bolívar .