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Los nueve círculos 35
quedó un sentimiento de culpa que me iba a durar mucho tiempo , mi primer sentimiento de culpa .
Y sin embargo , en aquellos días participé , aunque como espectador , en otras muertes de animales . La casa de mi abuela , en la calle del Moral , tenía un pequeño jardín donde muchas tardes jugué con mis hermanos . Miguel organizaba entonces , para Javier y para mí , verdaderos espectáculos de circo romano en miniatura . Preparaba una bandeja de cartón y sobre la misma iba colocando hormigas , escarabajos o cochinillas y , con la ayuda de un alfiler o con cerillas , les daba tormento . Aquella refinada crueldad , en esos momentos , me parecía algo normal , no merecedora de castigo o reprensión . Tardé aún en distinguir lo que era el bien y el mal . Y hoy lo sé y sé también que el peor mal es el que no nos reporta ningún beneficio , el que se lleva a cabo por el propio mal .
Otras veces , el espectáculo consistía en inundar hormigueros o taparlos con montoncitos de arena , y al final yo también participé activamente en tales hechos . Ignoro si muchos otros niños han practicado atrocidades semejantes , aunque creo que sí , que en la infancia existe ya un abismo de crueldad en nuestro interior y que , además , esta se acrecienta al no contar con el freno inhibitorio del sentido común . Claro que debe de haber casos y casos . Mi hermana Marian , por ejemplo , siempre que nos veía aplicados en tales actividades , nos reñía , lloraba y al fin iba en busca de mamá para que nos las prohibiese .
Desde luego , el carácter femenino , por lo común , resulta más benigno o digamos que la crueldad de la mujer va más solapada , nace de la envidia y se dirige casi siempre hacia otras mujeres .
Habida cuenta de que el mal se esconde en nuestro interior tanto o más que el bien , nuestra gran misión en esta vida debe consistir en vencer siempre esas inclinaciones negativas . En ello se encuentra nuestra grandeza .