Los nueve círculos-teaser | Page 19

30 Fernando de Villena
Con Marcelina discutían a veces , pues nuestra criada era muy amiga de bromas inocentes . Y así , por ejemplo , cuando llegaba Bilorio y , mostrando su cacerolita , decía : —¿ Qué vamos a comel hoy , moza ? Ella , socarrona , le respondía : — Yo sé muy bien lo que voy a comer y usted sabrá lo suyo . Claro que al final el pobre se marchaba con la fiambrera llena de albóndigas o de fideos con pescado .
Nuestra casa tenía muchas habitaciones , unas más luminosas que otras , pero todas alegres . A pesar de los años transcurridos desde que salí de ella para siempre , ahora podría describir a la perfección cada mueble , cada cuadro , cada imagen religiosa , cada armario y cada balcón de la misma . El cuarto de estar era alargado y contaba con dos amplios ventanales desde donde solo se veían tejados . Allí , cada noche , en torno a la gran mesa de camilla , se reunía toda la familia salvo papá , que aún andaba por la Peña de los Monteros . El talante liberal de mi madre permitía que Marcelina se sentase con nosotros y , mientras Miguel , Marian y Javier acababan allí mismo sus deberes sin necesidad de mucha concentración , los demás oíamos algún programa de la radio como aquel que tenía por nombre Formidables . Un locutor llamado Alberto Liberas explicaba los problemas y las necesidades de alguna familia con hijos a los que era preciso hacerle costosas operaciones o la de otra en riesgo de inmediato desahucio , cuando no la de cualquier paralítico necesitado de una silla de ruedas , y a continuación , numerosos radioyentes hacían entrega de donativos para socorrer a aquellos que se encontraban en tan dramática situación . La solidaridad inmediata daba sus frutos y antes de una hora se solucionaban casi todos los casos . El pueblo español , entonces , aunque bastante pobre , era así de generoso .