Los nueve círculos-teaser | Page 13

24 Fernando de Villena
En la calle había otros personajes dignos de atención , pero no quiero distraerme del discurso de mi propia existencia .
En nuestras idas y venidas por Granada , mi padre solo nos acompañaba los domingos y en algunas ocasiones muy especiales como cuando íbamos al cine o a escuchar algún concierto de la banda municipal en el Paseo del Salón . En estas últimas ocasiones me encantaba acercarme hasta la ribera del Genil y observar el paso alegre de sus aguas , limpias entonces , y también las cererías existentes en la Carrera , junto a la basílica de las Angustias , donde también se hallaban a la venta un sinfín de exvotos – manos , piernas y ojos de hojalata – para colocarlos , en el compás del templo , a los pies de un Cristo de piedra con fama de muy milagroso .
Entre los músicos de la banda , las miradas de mis hermanos y las mías singularizaban en seguida a dos muy gruesos y mofletudos , uno de los cuales tocaba el trombón y el otro los platillos .
Si veíamos poco a papá , además de por las horas que pasaba en el cuartel , se debía a las que se le iban en el Centro Artístico o , sobre todo , en la Peña de los Monteros , donde jugaba a las cartas con el consiguiente enfado de mi madre ; aunque a veces , ya lo he dicho , a Miguel , a Javier y a mí nos llevaba a la huerta y , mientras él se perdía por las hazas con Alfredo , nosotros jugábamos con los hijos de este .
En el trayecto desde nuestra casa hasta la de la abuela existían calles tristes y alegres , calles que daban miedo o aburrimiento o que nos llenaban de ilusión . Una de estas últimas era la calle Párraga en la cual existía un horno donde , al comenzar diciembre , veíamos los primeros mantecados muy bien envueltos en sus papelitos característicos . Aquello significaba la inminencia de la fiesta íntima , de los villancicos con zambombas y panderos , el belén con sus figuritas de terracota que se sacaban de la gran caja de cartón que había permanecido oculta durante el resto