Y obviamente, no hay que estar en la carrera para ser presidente o científico o un gran deportista. El liderazgo se forja y se empieza a construir en las cosas pequeñas del día a día, lo que se llama liderazgo en la práctica.
Todo empieza en la casa. ¿Pero cómo voy a salvar al mundo desde la casa? Primero hay que salvar la reputación de desordenado y perezoso que se tiene. Detalles como ayudar en la casa haciendo el aseo, lavando la vajilla, sacando la basura, tendiendo la cama, dejando las cosas en el lugar que corresponde son aspectos que hacen mella en la personalidad.
En la universidad y en el trabajo. ¿Cuántas veces no estamos corriendo al final del semestre para hacer un trabajo que dejaron al inicio del mismo? Qué fácil se hace la vida cuando se hacen las cosas bien y con tiempo. Y aquí, por ejemplo, no puedo pensar en otras personas que en los mentores.
Un grupo de estudiantes que se destacan por sus buenas notas y que, además, se caracterizan por tener una energía que contagia. Y es que, no más es conocerlos para saber por qué son mentores. Estudiantes que, como Moisés, son normales pero que quieren hacer la diferencia.
No hay superdotados. Normales, normales. Estudiantes que, como Alejandro Magno, observan a su alrededor, ven problemas y proponen soluciones que benefician a toda la comunidad universitaria. Y son estudiantes que no hacen barbaridades como Hitler - ¡gracias a Dios! - pero que sí tienen una gran pasión por ayudar a los demás y por guiar con el ejemplo. Son líderes en cada uno de sus áreas.
Entonces, con el ejemplo de los mentores se confirma lo que se ha dicho anteriormente, no es necesario ser presidente ni superdotado para ser un líder. Muchachos de ingeniería civil, enfermería, fisioterapia, psicología, fonoaudiología y terapia ocupacional están esforzándose por marcar la diferencia en el día a día. Y los demás programas, ¿dónde están?
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