LA DOCTRINA MONROE
Bajo el alegato de la legítima defensa del territorio, uno de los presidentes de Estados Unidos inició una de las políticas que mayores consecuencias han traído a nivel mundial y, en particular, a los países de América Latina.
Dentro de esta doctrina cobra fuerza la idea de la expansión territorial de Estados Unidos. La incorporación de la Louisiana en 1803, la apropiación de la Florida occidental en 1809 y de la Florida oriental en 1819 son los primeros ejemplos de esta necesidad expansiva.
La Doctrina Monroe surge de un momento en el que se está produciendo un reajuste de la situación internacional, que supuso para unos la pérdida de sus posesiones coloniales y para otros el nacimiento y el forjamiento de nuevos Estados. Obedece a las circunstancias de la época y nace como un intento de concretar las zonas de influencia entre Europa y Estados Unidos a expensas de Iberoamérica. En esta doctrina el concepto de hermandad entre los habitantes de América es barajado con frecuencia; hermandad que guardaba estrecha relación con el concepto de “americano”, que en este contexto era sinónimo de todo aquello que no era extranjero, europeo. Su creador, el presidente James Monroe, denominaba a los latinoamericanos “nuestros hermanos del sur”.
Tanto James Monroe como su secretario de Estado, John Quincy Adams, en 1823, basaban la defensa del hemisferio occidental y, en particular, de la seguridad de los Estados Unidos, en la concepción de que los sistemas políticos eran diferentes, para lo cual Adams argumentaba lo siguiente:
El gobierno de Estados Unidos está organizado de manera diferente de cualquier otro en el mundo. Su objetivo es la felicidad del hombre; su política y sus intereses, perseguir el derecho por medios justos... En todas las naciones, es el pueblo quien sostiene las cargas de la guerra, y en Estados Unidos es el pueblo quien gobierna.