El Panamericanismo
El panamericanismo llegó a su mayor expresión con James G. Blaine, secretario de Estado bajo los mandatos de James Garfield, 1881 y, Benjamín Harrison, 1889-1893. El desarrollo económico, industrial y demográfico alcanzado por Estados Unidos en este período provocó la necesidad de nuevos mercados en el exterior, lo que a su vez fortaleció las teorías expansionistas y la culminación del panamericanismo, principalmente bajo el gobierno de Harrison.
A comienzo de la década de 1880, fue cuando tuvo lugar la institucionalización del panamericanismo con la intervención de Estados Unidos en la Guerra del Pacífico (1879-1883) en contra de las aspiraciones inglesas y a favor de Perú y Bolivia, y la firma de un tratado entre Colombia y Chile, en el cual quedó estipulado el papel de árbitro que jugaría el poderoso país del Norte en cualquier conflicto que surgiera entre esos dos países. Fue en este contexto y bajo Blaine que se acuñó la expresión “nuestra América”, que incluía, por primera vez, otros territorios fuera de la frontera norteamericana. La pretendida unidad americana escondía bajo sí los intereses económico-comerciales que albergaba Blaine. Así, en 1888, se elevó al Congreso el proyecto de realizar una unidad aduanera americana que según Blaine produciría una reciprocidad comercial. Su no aceptación no libró a Iberoamérica de la dependencia, ya que se inició una política bilateral que con el paso de los años degeneró en ella.
En los últimos años del siglo XIX, la intervención norteamericana comenzó a ser una constante en los países americanos. Un ejemplo de ello lo constituye la postura adoptada por Gran Bretaña al aceptar la hegemonía de Estados Unidos sobre el continente a raíz de su conflicto con Venezuela en 1895, sobre los límites de la Guayana inglesa y en el cual Venezuela invocó la Doctrina Monroe y el arbitraje de Estados Unidos de América. La propuesta venezolana en un principio rechazada por el primer ministro inglés, Lord Salisbury, fue aceptada posteriormente. El resultado de la investigación fue favorable a Gran Bretaña, lo cual no sólo levantó recelos en Venezuela, sino también en el resto de América, al contemplar la retirada de la potencia europea, la superioridad norteamericana y la situación propia de dependencia.