los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 10

el que los dirigentes de la época barroca y rococó lo habían situado y que él transita ocasionalmente. Una plástica que ajena al dolor humano, ejercida desde lo pizpireto y lo retórico, desde una concepción clasista y excluyente, expresión superficial de un preciosismo elitista, de un colorido sin alma, desde de la parafernalia de lo hueco o un puro esteticismo Goya, por el con- trario, nos hace la luz, nos ilumina el trasfondo del poder, va en busca de esa llama que clarifique. Al clarificar, la llama que produce, nos resalta la fuerza de las sombras: la miseria de las masas manipuladas e indefensas, el horror de la decadencia física, la vejez, la sexualidad reprimida, la po- dredumbre del mito, la trastienda de nuestro interior, esas habitaciones del alma que dirían nuestros místicos del Siglo de Oro. Analizadas las pinturas de la Quinta del Sordo, no parece que mi interés por seguir conociendo su obra y de reflexionar sobre ella me dejara satisfecho. Por ello una vez acabado, pasados unos días, me vino la vena, sin beber vino, de analizar otro de los monumentos dibujísticos del mundo occidental. Una obra que si no fuera por la desidia oficial estaría llamada a ser el paradigma de la creación plástica comprometida frente a la tiranía de la guerra. Una tiranía que incita y excita al odio, que arrasa lo mejor del ser humano, dejando a su paso ruinas de secuelas materiales y morales, que ponen en entredicho nuestra necesidad de presencia como especie en la Tierra. No conozco que exista una crónica tan desgarradora, un testimonio tan sin concesiones a lo apologético, que el admirable y terrible conjunto que 12