Los cuadernos G y H de Burdeos CUADERNOS G Y H BURDEOS REVISADO | Page 15
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Solo se conservan pruebas de época de Viejo columpiándose y El cantor ciego, mientras que de
Maja sobre fondo oscuro y Contrabandista andaluz únicamente existen estampaciones póstumas.
Salvo la lámina de El cantor ciego, que perteneció a Paul Lefort, las demás fueron adquiri-
das en 1859 a Mariano Goya por el diplomático inglés John Savile Lumley, quien solicitó a la
Calcografía Nacional la estampación del anverso y reverso de sus tres planchas, salvo de Con-
trabandista andaluz, por el mal estado de la lámina. En 1926 las tres planchas fueron ad-
quiridas por la firma Colnaghi (Londres), que hizo una edición en la Escuela del Museum of
Fine Arts de Boston, utilizando diferentes tipos de papel antiguo y moderno. En 1938 las lá-
minas pasaron a Philip Hofer (Cambridge, Massachusetts), para quien Ture Bengtz hizo una
estampación en 1954 y Russell T. Limbach otra en 1960. Finalmente, Hofer donó las planchas
en 1970 al Museum of Fine Arts de Boston, donde actualmente se conservan. En 1971 Eleanor
Sayre publicó un catálogo razonado y veinticinco ejemplares de esa edición incluían una edi-
ción numerada de seis estampas (anversos y reversos) a cargo de Emiliano Sorini (Nueva York).
En cuanto al tema que nos ocupa: Los dibujos que realizará hasta su muerte en Burdeos, ejecu-
tados en lápiz litográfico sobre papel fueron catalogados por Pierre Gassier bajo el título “Ál-
bums de Burdeaux à la Pierre noire” La serie G comprende 55 dibujos y la H 58, si bien Goya
tenía numerados 60 y 63 (64 ?) (5 A ) respectivamente. Por lo que de momento conocemos 113.
La diversidad de temas de estos dos álbumes es muy amplia, con algunas composiciones ins-
piradas en escenas cotidianas de cuanto observaba en las calles con personajes y actitu-
des muy variadas, particularmente en las ferias de otoño que se celebraban en Burdeos. Va-
rios dibujos del Álbum H harán referencia a la feria bordelesa y uno de ellos lleva anotada
la fecha de 1826. En otras imágenes sigue presente la memoria de acontecimientos y recuer-
dos vividos en España. Y como es habitual en Goya, intercala referentes reales con un reper-
torio imaginario de temas que le habían interesado durante la mayor parte de su vida, como
las sátiras contra el clero o sobre el engaño y la locura, acentuando lo estrafalario y grotesco