Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 89
Aspecto positivo: por muy penosa que me resulte una orden, me queda el consuelo de que
siempre será transitoria. Zozobra inevitable: vendrán después otras órdenes que serán cada
vez más difíciles de cumplir. Conclusión de infarto: Cada una de las órdenes que reciba
ahora tendrá vigor solamente durante lo que ÉL llama «mi doma».
¡Socorro! ¿Mi doma? Me sentí como un potrillo salvaje de la Patagonia, a la que un
gaucho despistado le ha echado un lazo y no va a dejarlo en paz hasta que sea capaz de
comer de su mano... Me lo notó, claro, y me dijo que la doma es la mejor etapa y el periodo
más complicado, y a la vez hermoso, del BDSM, porque es donde el AMO y la sumi se
conocen, se prueban, se miden el pulso y en donde el AMO, teóricamente, intenta adaptar a
la sumi a sus gustos. A partir de ahí, se supone que la sumisa ha aprendido sus deberes y ya
actúa y obedece sin más. Pero ¿y la rutina? ¿Aparecerá como si en vez de BDSM fuese una
relación no sadomaso, o el BDSM no admite rutina porque en cuanto asome, la relación
desaparece? No sé, supongo que es otra de mis tonterías, pero me confundo cuando leo en
las «55 reglas de oro de una esclava» que «el adiestramiento y el aprendizaje de una esclava
no acaban nunca y la imaginación del AMO es el mejor instrumento para un
perfeccionamiento constante».
Él se dio cuenta de lo que me impactó la palabra «doma». «Mira —me dijo—, tú eres
como un niño al que hay que enseñar a andar, y yo estoy aquí para eso: para enseñarte a
andar por el mundo del BDSM y alcancemos el éxtasis complementándonos con nuestras
personalidades».
Lo cierto es que me tranquilizó la explicación, y él pudo seguir con sus órdenes y yo con
mi «sí señor, jajajaajajajaaja».
2ª) No puedo maquillarme: otra vez jajajajajajajaja. No me importa nada, sobre todo
porque nunca lo hago...
3ª) Aunque no debo ponerme la cadena del guión bajo y convertirme, por ejemplo, en
Marta_ASapiens, no puedo abrir o cerrar privados en el chat: tampoco me importa mucho
porque ya me he saturado de niñatos obsesionados con azotarme y encularme a todas
horas...
4ª) Respecto al chat, siempre he de ser Marta y sólo Marta. No me afecta, pero algún día,
inocentemente y sólo por jugar, le pediré que me deje ser AMA-zona, AMA-pola,
AMA-rilla o lo que sea, pero que sea una AMA muy cruel para poder compensar mi
sumisión azotando y poniendo a caldo a media sala. Ya me lo imagino: «Arrodíllate,
esclavo. Tráeme café, sumiso...» ¡Ah!, y que él lo vea en el chat, claro: así nos reímos
juntos...
5ª) ¿Qué más? Ah, las faldas... A ser posible faldas, faldas. ¡Caca de faldas! Esta orden
también me cuesta porque soy urbana, de vaqueros, de pantalones de campana, en fin..., de
comodidad. Muy femenina, eso sí, pero siempre cómoda... Además, mis faldas son vaqueras,