Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 88

de esta orden que me parece arbitraria, y me dijo que era como prueba de obediencia, de sumisión. Además, no sé si a él le parecerá una humillación, sólo sé que a mí me resulta una incomodidad porque como me ponga minifalda, me va a obligar a estar todo el día con el abrigo puesto. Hay dos cosas que me tranquilizan y me dan vértigo a la vez. Sapiens dice que es normal que no entienda nada sobre estas órdenes, pero que debo confiar en él porque ninguna de ellas, aunque me lo parezca, es arbitraria. Es decir: que todas tienen un sentido que, como es lógico, se me escapa. No sé, pero creo que de momento le daré ese voto de confianza, al menos hasta que logre entenderlo. Por otro lado, AMOSAPIENS también dice que estas órdenes no serán eternas porque, entonces, las órdenes se convertirían en rutina y anhelaría dejarme llevar por la contraorden. Eso me gusta, la verdad, quizás porque una de las cosas que más me llamaron la atención cuando hablábamos al principio es que me dijera que el BDSM es un mundo muy creativo y que los AMOS deben estar inventando cosas continuamente porque, de lo contrario, las sumisas se aburren y les piden la libertad. ¡Pobre AMO! Mandando sin descanso y, a la vez, tan esclavo de su propio rol de creativo marimandón. Qué duro debe de ser sentir que como baje la guardia sus sumisas se cansarán y lo abandonarán. ¡Si ya le dije yo que en la figura de la sumi reside el quid de la cuestión! Porque vamos a ver: si a una sumi, por ejemplo, le gusta que le acaricien el clítoris, ¿el AMO se lo acaricia para hacerla feliz o hace todo lo contrario porque le gusta más que la humillen, y, por tanto, debe negarle ese placer facilón? ¡Bufff! Otra laguna más... En fin, supongo que en la vida todo está estereotipado e igual que una pareja común nunca cogería un látigo, ni siquiera por la curiosidad de probar una sola vez qué se siente, una pareja sadomaso tampoco puede permitirse el relax de echar, alguna vez que otra, un polvo normalito. ¡Bufff! ¡Qué cansado debe de ser estar maquinando torturas eróticas a todas horas! No sé, pero supongo que por esta razón muchas veces el BDSM es parte de una doble vida: los AMOS y las sumis tienen sus parejas comunes con sus cotidianidades, sus hijos, sus problemas, sus familias, etcétera, pero después y como el mayor de sus secretos, «sesionan» de vez en cuando, es decir: practican sesiones BDSM con un partenaire que tiene muy claro lo que necesita... Morbo manda. ¡La prensa del corazón habría encontrado su mina si supiera la de abogados, famosos, políticos o jueces que practican BDSM! Por otro lado, en BDSM no se habla de «hacer el amor», sino de sesionar o comenzar una sesión para practicar con sus juguetitos y sus cosillas... Claro que me pregunto si cuando acabe aquella sesión podrán besarse en la boca los AMOS y las sumis como una pareja normal, aunque antes uno de ellos haya molido a palos al otro... ¡Bufff! ¡Se me ocurre cada tontería!