Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 87

conocí, y con sus seducciones e insistencias a la inexperta y curiosa de Marta, o quien sinceramente reconoció que quería saber más cosas del mundo BDSM, la también inocente y pícara Marta terminó convirtiéndose en «su sumi». ¿Será por culpa del refrán: «Quien juega con fuego se quema»?... Espero no quemarme. Espero no quemarlo. Espero también que no nos quememos, pero con chispillas que saltaban por todos los lados, hasta ahora ha sido una guerra a muerte, la verdad. Una batalla mental en el más puro sentido literal: primero conmigo misma, con mis reticencias, mis miedos, mis ganas de saber, mi gusanillo interior dándome la lata para llevarme a aprender cosas nuevas... Después, con todo este cóctel, mantuve esa guerra con AMOSAPIENS... Creo que casi le agoté la paciencia, aunque él estaba convencido, y hasta me pareció un solemne chulo, cuando me repetía una y otra vez que era una buena sumisa que no conocía ni yo... ¡Bufff! ¡Qué miedo me daba eso! Y a la vez, cuánto me atraía ese mundo del que me ha hablado varias veces... ¡Menos mal que, además de paciencia, todo ha venido cubierto de sinceridad y sentido del humor! Vamos, que la onomatopeya «jajajajajajajajajaja» la hemos leído a veces más que el texto en sí y, por descontado, siempre ha ido acompañada de carcajadas reales que cada uno de nosotros, en la soledad de sus ordenadores, emitíamos como si estuviésemos locos... Hoy, después de esos tiras y aflojas me he atrevido a decirle que sí, que seré su sumisa «hasta que los alicates nos separen», y ÉL mi AMO. ¡Bufff! Casi me echo a temblar sólo de pensarlo... Después han venido los agradecimientos infinitos seguidos de la ternura, esa ternura que me deshace cada vez que me ha repetido una y otra vez que acababa de hacerle el hombre más feliz de la tierra. Y cómo no: también llegó el primer desmadre que consistió, ¡y no es broma!, en ir al cuarto de baño de mi trabajo y arrancarme las bragas... ¿Venderán en las ferreterías tornillos para los AMOS que los han perdido? ¿Y para las sumis? Porque me da vergüenza, pero debo confesar que al final no me quité las bragas, ¡me las arranqué!, que no es lo mismo. Y así me quedé todo el día, sin entender nada de nada, pero rozándome el coño con unos vaqueros que, para colmo, eran de los estrechos. ¿Habrá hecho esto por aquello de que «el roce hace el cariño»? ¿Pretende que vaya por ahí con un «ande yo caliente y ríase la gente»? ¿O ya empezamos con lo de que «hay amores que matan»? No entiendo nada, la verdad, no entiendo nada... Cuando volví del baño, leí aquello de «tu AMO te lo agradece», claro que al instante, llegaron más y más órdenes... ¡SÍ, SEÑOR! Jajajajajajaja, le he dicho de broma todo el rato. 1ª) Debo ir sin pantis, fajas (se las pondrá su madre porque yo no he usado faja en mi vida), bragas, tangas o cualquier otra cosa que me tape mis intimidades. Me cuesta un montón, la verdad: por costumbre, por pudor, por higiene, por no sé... Le pregunté la razón