Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 72

inventarse la vida cada día para vibrar, romper sus rutinas o esas inercias que nos matan poco a poco. Supuse también que en uno de esos momentos de hastío anímico y emocional, alguien podía toparse con el BDSM o un mundo lleno de símbolos, de estética y de pautas de comportamiento que no conoce. Y, entonces, ¡zas!, la curiosidad se dispara porque ha encontrado algo que le hace vibrar y le engancha como a un mosquito que revolotea ante un imán luminoso, y termina atrapado entre esas luces de neón. Supuse además que aquella vibración interior le hace husmear por ahí y acercarse más y más, hasta que un día decide probar y se revela, para su sorpresa, una parte que dormía dentro, quizás porque todos tenemos dentro de todo, aunque sólo nos atrevamos a tirar las corazas necesarias como para descubrir un solo aspecto de nuestro interior... Y ahí, justo en ese instante, es posible que comience ese carrusel que gira alrededor de distintas etapas y grados, de la misma manera que, cuando, por ejemplo, se empieza a fumar, llega un momento en el que ya no vale un cigarro, y se necesita otro y luego otro y más tarde muchos más porque la novedad del principio se ha convertido en rutina otra vez. En este amplio abanico BDSM, volví a suponer que de una primera cita en la que se descubre que el dolor y el placer están tan unidos como el amor y el odio, porque te pegan y te excitas o te sodomizan y te excitas mucho más, hasta las lecturas sobre la esclavitud que me habían herido en algún rincón de no sé dónde, sólo hay grados... Pero eso sí, yo era libre de aceptarlos o repudiarlos y de rechazar, si así me lo pedía el alma, ese extremo radical del arte de las ataduras, la dominación, la disciplina, el sadismo y el masoquismo... Ese punto de inflexión se fue deshaciendo poco a poco con más conversaciones, información, tiras y aflojas y, sobre todo, con aclaraciones continuas a mis infinitos ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué? Aclaraciones que partieron de las básicas diferencias entre AMO y AMA, AMO-AMA y sumisa-sumiso, sumisos y esclavos, sádico y masoquista, etcétera, hasta llegar a la descripción minuciosa de experiencias extremas vividas por Sapiens como, por ejemplo, la de pactar con una sumi su enjaulamiento durante un fin de semana en una mazmorra BDSM, por no hablar de otros castigos o «correctivos» que siempre conseguían dejarme con la boca abierta... Algunas veces, ciertos matices, extremos y peculiaridades que iba conociendo alcanzaban tal nivel que, según decía Sapiens, formaban parte del sobresaliente que sólo se merecen los alumnos aventajados... En definitiva, y como venía siendo habitual en él, en ningún momento faltó el cariño y la paciencia de Sapiens para explicarme, como si fuera una niña que está aprendiendo a leer, todo tipo de detalles.