Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 63
enseñarle a un tío las tetas por una cámara y que no me las pueda tocar. ¡La cam es
antinatural y me sabe a sardinas en lata! En fin, debajo de esa cámara veo más
soledad que en el sole-chat.
—No me refería precisamente a la cam, pero da igual... Dime: ¿has sentido
alguna vez una doble? —preguntó Sapiens, consciente de que no tenía ni idea de lo
que me estaba hablando.
—¿Estás loco? ¿Doble? ¿Pero cómo iba a soportar el mundo a otra insumisa
como yo?
—Jajajajajajajajajajajaja. Me refiero a si has sentido una polla en tu culo y otra en
tu coño; bueno, o algo que las sustituya, claro...
—Te odio. Te odio porque sabes que acabas de dejarme con la boca abierta. Pues
no, no he sentido una doble y me maldigo por la respuesta: primero, porque me lo
he perdido, y segundo, porque sé que encima te pone más.
—La sentirás, no te preocupes que la sentirás.
—¿Es una amenaza?
—No, es una sentencia. Por cierto, ¿te gusta la leche?
—¿La leche? ¿Te refieres a esa... leche? ¡Puaggggggggggg!
—Hummmmmmmmmmmmmmmmm.
—¿Hummmmmmm o Ufffffffffff? No me digas que te gusta que no me guste la
leche. ¡Y yo que creía que había perdido cien puntos! ¿Por qué te gusta que no me
guste?
—Mira, hay cosas que son retos, tienen más ciencia... Si todo fuera demasiado
fácil pierde interés.
—O sea, que te gusta que no me guste para darte el gusto de que termine
gustándome la degustación... ¡Ya te veo, ya!
—Jajajajaja. ¡Premio! ¡La bici para esta señorita que además de poeta y ludópata
gramatical es jodidamente lista!
Entre fantasías y revolcones oníricos, la luna llena parecía querer explotar, igual
que explotaba mi aguante respecto a esos pulsos que nos echábamos de continuo,
para saber quién sería el vencedor o el vencido en esta extraña guerra sadomaso:
—Mira, Sapiens, tú estás todo el tiempo diciendo que soy sumi, pero se te olvidan
algunas cosas: por jugar podría jugar a seguirte el rollo y decirte sí, AMO; te adoro,