Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 57
—¡Puagggg! Ni un extremo ni otro. Si es como dices, creo que prefiero que me
llamen perrita a la cursilada esa de la boquita de piñón. Vamos, que si para
seducirme aparece un sujeto llamándome flor de pitiminí o boquita de piñón, creo
que me evaporo entre carcajadas.
—Jajajajajajajajajajajaja.
—En fin, Sapiens, sigamos. ¿Qué soñaste? ¿Me lo puedes contar?
—Sólo recuerdo que me desperté azotándote y follándote el culo.
—Si fuera sumisa, te contestaría algo así como «es gracia que espero merecer del
recto proceder», pero lo siento, Sapiens: ya sabes que no lo soy.
—Jajajajajajajaja. Del recto proceder, ¡qué bueno!
—¡Co-recto!
—Mira, reina, no sabes el arma que te pierdes. ¡Y no me refiero al látigo!
—Jajajajaajajajaja. Ya ves, para mí son dos novedades en una. Oye, ¿por qué no
le añades otra y formamos una Santísima Crueldad?
—Jajajajajajajajajaja, ya me encargaré de eso otra noche...
—¡Pues qué ilusión! Oye, ¿me gustaba?
—Nos gustaba a los dos y mucho.
—¿Gritaba?
—Ni te lo imaginas: con cada azote y embestida te morías de placer...
—¡Cago en Sadeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!
Claro que yo no me quedaba atrás, porque también estaba sintiendo un montón de
cosas nuevas que, la mayoría de las veces, no me atrevía a confesarle para no darle
alas y facilitarle su enésima sentencia sobre mi sumisión, aunque otras, sin saber
por qué, se las comentaba a Sapiens como si más que un AMO en busca de sumisa,
fuese mi mejor amigo:
—Te diré una cosa, Sapiens, pero no vale terminar con la afirmación de siempre...
Mira, MAESTRO: tú también eres mi droga. Me encanta estar y hablar contigo,
pensar en ti y hasta soñar contigo...
—Hummmmmmmmmmmmmmmmmmmmm, sigue, zorrita...
—Me encanta hacerte disfrutar y vibrar con estas conversaciones.
—Hummmmmmmmmmmmmmmmmmmm...