Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 191

meticuloso coleccionista que cuida su tesoro preciado, acariciando mi cara y mi pelo y hasta bebiendo las lágrimas de mi nuevo éxtasis; esas lágrimas tan extrañas como todo lo que había vivido en los últimos dos días de mi vida, porque ni había forma de entender que me hubiera causado placer tanto y tanto dolor, ni tampoco podía comprenderse que tanto y tanto placer desembocara en un llanto desgarrador. Me sentí plena, llena de luz, agotada, bella, dolorida, magullada, exhausta, orgullosa y, sobre todo, feliz, muy feliz de ser la sumisa insumisa y ese tesoro tan valorado por AMOSAPIENS. De nuevo la idea de Plutón y esas joyas de su infierno que acababa de regalarme en forma de una particular conclusión sobre el éxtasis BDSM volvió a mí: Todo forma parte de un viaje al éxtasis, incluyendo las diferentes paradas por el lado doloroso de la vida que, en vez de negarse como si no existiera, debería incitarnos a hacer un alto en esa punzante parte del recorrido, por el simple hecho de existir. Aprender a disfrutar del dolor es un fragmento importante del camino, y aceptar este hecho no es sino una ventana de luz que sirve para que AMO y sumisa se comuniquen en busca de la virtud, poniendo al servicio del ARTE BDSM una complicidad milagrosa, una simbiosis mágica y una religiosa entrega, tan grandiosa como mística. Rebosé de plenitud al entender, ¡por fin!, esta especie de teatro anímico-erótico que limpiaba las almas, curaba complejos, desataba pasiones y, sesionando en busca de un éxtasis místico y casi religioso, complementaba la personalidad de sus protagonistas como el botón y el ojal. Sí, era fascinante sentir que, en cuanto se abría el telón, todo era distinto: AMOSAPIENS representaba el rol de dominar, mandar y domar, en tanto que yo, voluntariamente, transformaba mi salvaje, rebelde e insumisa habitual en el complemento que personificaba la obediencia y la sumisión. Fue más fascinante aún sentir placer con el placer infinito que parecía sentir AMOSAPIENS tras haber podido materializar todo lo que durante días fantaseó su cabeza. No, mi AMO ya no tendría que enfermar —según me dijo una vez— por la ansiedad de no poder poseer, someter, dominar, sodomizar, besar por todo el cuerpo, follar y azotar, azotar y azotar a su sumisa... ¡Para todo eso y mucho más, había llegado yo a su vida!, pensé mientras buscábamos una postura que permitiese dormir cómodamente a un AMO que amaba a una sumisa-AMA con la espalda y las nalgas magulladas, y a una insumisa que también amaba a su AMO. Nota de la autora