Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 190

provocando su aumento de tamaño, así como pequeñas contracciones vaginales y esa corriente eléctrica que, tarde o temprano, me haría explotar sin remedio. De nuevo grité cuando el placer de mi pecho, y sobre todo de mi clítoris, pareció extenderse también a otras zonas, folladas ya sin piedad por Sapiens que, con no sé qué tipo de habilidad casi mágica, transformó el insoportable dolor de antes en un placer expansivo y totalmente nuevo para mí. —Vamos, perra. Sé que te encanta cómo te estoy enculando. ¿O no? —.................................... —¡Contesta! —Sí, AMO. —No te he oído, esclava. Dile a tu AMO qué eres para ÉL. Ruégale lo que quieres. —Soy tu esclava, AMO. Fóllame sin piedad, AMO. NO dejes de hacer lo que haces, AMO. —¡Así me gusta, zorra! Así me gusta. Quiero que nunca te olvides de esto. Más, quería más: más insultos, más humillación, más presión en mis pezones, más golpes si fueran necesarios, más clítoris y hasta más culo, aunque me doliera horrores esa parte de mi anatomía que Sapiens acababa de desvirgar. Más, más, más: por primera vez y como si fuera un regalo tardío deseado desde siempre, mi AMO complació mis súplicas dejando que sus caderas entraran y salieran y se movieran más y más deprisa, en busca de un final que estaba a punto de llegar. Mi clítoris ya no aguantaba mucho: aquella corriente eléctrica se tornó tan insoportable que volví a gritar al tiempo que explotaba, incomprensiblemente, en un llanto incontrolable y desgarrador: —Me voy a correeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr. —Espera, puta, espera el orgasmo de tu AMO. —No puedooooooo. Me mueeeeeeeeerrrrrrrrrrooooooooooooo. Sapiens me regaló de nuevo todos sus fluidos, aunque esta vez no tuve oportunidad de verlos porque se quedaron guardados en algún rincón de mis recién petadas —como hubiera dicho ÉL— o recién estrenadas y desvirgadas intimidades. Un segundo más tarde, MI AMO volvió a su papel de padre protector o