Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 184

Un minuto después y como si nada hubiera pasado, Justiciero, Sapiens y Amélie apagaron las luces de la cueva y salieron de allí como si tal cosa... Mear... Mear... Mear... ¡Aquello era el colmo! Estaba tan aturdida, magullada, cansada, dolorida, sobresaltada o incómoda de rodillas dentro de una jaula oscura y con ese complejo de irrealidad que surge cuando no se puede dar crédito a una experiencia demasiado intensa que sí está ocurriendo de verdad, que respecto al sentido de la micción de Sapiens en mi cara, sólo alcancé a recordar, quizás por la imperiosa necesidad de entender ese humillante gesto, el último párrafo del famoso contrato, que personalmente nunca firmé, aunque poco a poco había entrado en vigor en mi vida sin que, al parecer, hubiera podido evitarlo: Y como prueba de aceptación de todo lo estipulado en el presente documento y de mi entrega y sumisión absoluta a mi Amo, Dueño, Señor y Maestro, me entrego hoy totalmente a él y arrodillada le expreso mi sumisión.La conformidad de mi Amo y Señor a este pacto me será dada en el momento en que él derrame su orina sobre mi cara. ¡No puede ser! ¿Sapiens me vio de rodillas y me creyó su sumisa? ¿Por eso se meó encima? No, no puede ser. Yo de rodillas, expresándole a Sapiens, sin querer, mi sumisión con este gesto, y ÉL dando su conformidad a mi supuesta sumisión, derramando su orina sobre mi cara. ¡¡¡NO PUEDE SER!!! Esto no me está pasando a mí. ¡Que soy Paula! ¡Socorro! Esto es sólo un sueño, intenso, pero sueño... ¡¡¡NO PUEDE SER!!! ¡¡¡NO PUEDE SER!!! ¡¡