Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 180
no iba a ser capaz de pegar? ¡Claro que fui capaz! Es más, pegué a aquel ángel
porque era lo que exigían las circunstancias del momento, aunque también es
cierto que no podría haberle propinado aquellos golpes con la fusta si no hubiera
visto esa cara de placer que parecía pedírmelos con devoción.
Intenté hacerlo lo mejor que pude: despacio, torpe y tímidamente primero,
aunque al tercer o cuarto intento, de mi mano salieron golpes rítmicos, precisos y
tan secos, que se escucharon en toda la habitación como los latigazos que unos
minutos antes acababa de recibir yo.
No era capaz de entenderlo, pero me excité mucho pegando a Amélie, quizás
porque, sin hablar, supe con toda seguridad que esos golpes le daban más placer
que cualquier otra cosa a esa mujer. ¿De verdad era AMA-zona?, me pregunté en
medio de mis líos de AMAS y sumisas. ¿Sí? ¿No? ¿Por qué estaba disfrutando
causando dolor a otra persona? Es más, ¿por qué me producía dolor su dolor, al
tiempo que sentía placer, por el placer que a Amélie le causaba mi fusta? ¡No me lo
puedo creer! ¿Cómo podía ser? En apenas un día y medio, había disfrutado
obedeciendo a Sapiens, rogándole, diciéndole AMO a todas horas,
abandonándome a ÉL como si quisiera dejarle el control de mi vida y hasta
corriéndome con sus despotismos y dominaciones. Pero ahora, ¡socorro! ¿Qué me
estaba pasando ahora? ¿Por qué disfrutaba haciéndole a otra persona lo que
Sapiens me había hecho a mí? ¿Y si no fuera AMA ni sumisa, sino una switch o
como me dijo EL MAESTRO una vez?
—Lo siento, Sapiens, pero ya te he dicho mil veces que no soy sumisa porque si el
mundo es yin y también yang, es absurdo tener que elegir entre Jane y Tarzán...
—¡Jajajajajajajajaja! ¿Y?
—Pues que también quiero jugar a ser AMA-zona, aunque tuviera que
enamorarme de un masoquista faquir y de su cama de pinchos. ¿Te imaginas qué
mona iba a estar con un corsé de cuero negro, un tanga a juego y un latiguito o un
cinturón en la mano? ¡Vamos, esclavo! ¡Dame tu espalda, que me tiembla la fusta!
—¡Jajajajaja! ¡Me encanta tu inocencia! Mira, el problema es que el BDSM es muy
jerárquico. Esto quiere decir que nunca puede haber relación entre dos amos
porque debe estar claro dónde está el mando y dónde la obediencia...
—Sí, el mando a distancia siempre es una lucha a muerte, ya te digo.
—Para lo que tú dices está la figura de la switch o una persona que adopta los
dos roles.
—¡Hummmmmmm! ¡Ésa quiero ser yo! ¿Quieres ser mi esclavito, AMO?