Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 168

siguiente secuencia con respecto al día anterior: baño de espuma, crema, desodorante, perfume, cepillado de dientes, rímel y eye liner negro, pintalabios rojo de larga duración, que nunca sobrevivía a los besos de verdad, y, por último, enésimo secado de pelo. Novedades: dolor en las nalgas e intento de masaje para aliviarlo, más peinado y ropa interior y exterior diferente. Pelo: esta noche opté por recrear el peinado que llevaba en la foto que antaño le envié a Sapiens y, para ello, tuve que alisar el cabello como si lo hubiese lamido una vaca, subirlo hasta la nuca y recogerlo en una cola de caballo larga y lacia que me rozaba la mitad de la espalda y hasta me hacía cosquillas en los hombros cada vez que movía la cabeza. Adorno: dos enormes aros de plata. Ropa interior: tanga negro también, pero con unos graciosos remates de chinchetas plateadas. Vestimenta: pantalones negros ajustadísimos de culo, aunque acampanados en los bajos, y por los que, en otro orden de cosas, sobresalían mis inmensos zapatos de tacón de aguja o esos fetichistas zancos con los que me cuesta horrores andar sin torcerme los tobillos. Toque maestro: corsé de cuero modelo antiguo que, anudándose por detrás, dejaba los hombros sin adornos al descubierto y realzaba las tetas hasta el punto de hacerlas parecer amígdalas. Papel de regalo: mi eterno y gastado abrigo de cuero negro... Sapiens, puntual como siempre, dio unos golpecitos en la puer