Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 163
porque reparé en que EL MAESTRO no tenía un cochazo enorme o de los que a
veces se me antojaban sustitutos y compensadores, bien de las pollas pequeñas de
sus acomplejados dueños, o bien representativos de un excesivo gusto por los
golpes y la agresividad de su conductor. El coche de Sapiens era mediano, casi
pequeño, como esos utilitarios que se mueven como pez en el agua dentro de la
ciudad. Todo estaba equilibrado en este sentido, y yo, sin dejar de reírme
internamente, pensé que ya podía dar buena fe de este equilibrio, tanto por el
asunto del tamaño como por el asunto de la agresividad y los golpes.
La calidad de vida de las pequeñas ciudades me sorprendió al ver que llegamos
al aeropuerto en apenas quince minutos para tomar un vuelo hacia no sé dónde,
aunque una vez más la incógnita, lejos de molestarme, me producía un morbo y
una adictiva sensación de juego, sobre todo por la confianza casi ciega que, sin
saber por qué, mi corazón depositaba en Sapiens.
Dejamos el coche en el aparcamiento del aeropuerto y, tras los típicos deambuleos
por la pequeña terminal, nuestro avión despegó por fin. ¡Barcelona!, ¡qué suerte!,
pensé cuando el comandante avisó del inminente aterrizaje en la ciudad de
destino. ¡Estamos llegando a la bella y mediterránea Barcelona!
En la preciosa ciudad de la Costa Brava, el clima era totalmente diferente al de la
ciudad que rimaba con miedo: cálido y primaveral hasta el punto de poder
transitar por sus