Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 164

han ido heredando el pequeño negocio familiar, por cierto mil veces más cálido, sabroso y mágico que cualquier restaurante de lujo; al menos para mí, que soy amante del sabor e historia de las corralas de Lavapiés y, en general, de todo el casco antiguo de Madrid, o de la judería de ciudades como Gerona y Córdoba o, por ejemplo, del barrio de Santa Cruz en Sevilla. Sin duda, este tipo de lugares son los que incitan a tararear, aunque fuese mentalmente, que un manjar puede ser cualquier bocado si el horizonte es luz y el mundo un beso, y yo, en ese momento mágico, podía gozar del beso, del horizonte, de la luz y del manjar. ¡Qué suerte la mía! —Lo de anoche fue increíble. De nuevo mi sumi me hizo el hombre más feliz de la tierra —comentó Sapiens distrayéndome de aquella sensación de plenitud, pero queriendo adentrarme en el recuerdo de otro tipo de plenitud. —Para mí también fue estupendo, AMO: viví experiencias maravillosas anoche; tanto que creo que me relameré de nostalgia y de gusto cuando esté sola y las recuerde... —No hace falta que las recuerdes: podemos repetirlas cuando quieras. ¿Querrá mi bella sumisa volver a sesionar esta noche conmigo? —¿Es una proposición deshonesta? —No, es muy honesta: a las claras y en la cara. —Jajajajajajaja, perdona que me ría: es la primera vez que un tío me propone sesionar, cuando está pensando en... —¿En follar? ¿Crees que lo de anoche fue sólo follar? —No, AMO, por favor: no quería decir eso —contesté agobiada ante el malentendido. —¡Bufff!, ¡me habías asustado! —Yo sesiono, tú sesionas, ellos sesionan, nosotros sesionamos —dije, saliendo por la tangente con el juego de palabras y la broma de turno. —Jajajajajaja. No lo dudes, perrita, no lo dudes: ellos sesionan, nosotros sesionamos y, además, nosotros sesionaremos con ellos... —¿Cómo? —Nada, perrita, nada: hablaba solo... Aunque no entendí nada, obvié lo que acababa de escuchar porque Sapiens zanjó