Literatura BDSM La Sumisa Insumisa ( Rosa Peñasco ) | Page 161

presión me refrescó instantáneamente el cuerpo y la memoria, sobre todo cuando me enjabonaba las nalgas doloridas o cuando mi cabeza, que optó por mantenerse perenne bajo el chorro de agua casi fría, se empeñó en hacerme recordar con meticulosidad de CD lo ocurrido la noche anterior. Me sentí bien: tanto mis nalgas como mis recuerdos, me hicieron sentir más que bien... El albornoz blanco y la toalla anudada que me recogía el pelo dieron la bienvenida a un recién exprimido zumo de naranja que hizo las delicias de mi estómago y de mi sistema inmunitario, ávid o de vitamina C, aunque el placer por esa bebida matutina no podía compararse con el del cálido y tonificante café con leche que acompañé con un cruasán. ¡Hummmmmmmm! ¡Ya era persona otra vez! Recreándome en el gusto que me proporcionaba la segunda taza de café y el cigarro de después del desayuno, llamé a quien debía llamar: —¡Buenos días, AMOSAPIENS! ¿Cómo estás? Perdona lo de antes, pero aún estaba cruda. ¡Bufff!, a veces creo que no me convierto en persona hasta que no tomo un café y me doy una ducha. —¡Jajajajajajajajajajaja!: ¿Y qué se supone que eres antes de eso? —Depende del momento. Si se trata de mucho, pero que mucho tiempo antes del café, tú ya sabes mejor que nadie quién y cómo soy... —¡Hummmmmmmmmmmm, perra, no me recuerdes el paraíso! —Sí, AMO, lo fue, pero no me hagas preguntas raras porque aún estoy intentando reaccionar, y si no sé quién soy después del café, ¡no pretendas que sepa quién soy minutos antes! —Querida Mafalda: nunca es tarde. Igual hoy averiguas algo respecto a lo de ser o no ser... Cambiando de tema, ¿estás bien? ¿Has descansado? —¡Ni te lo imaginas! Hacía tiempo que no dormía tan bien... —Me alegro. El día de hoy puede ser agotador. Por cierto, ¿recuerdas que debemos coger un avión? Si te parece, a las once y media paso a recogeros a ti y a tu maleta, ¿OK? —OK, AMO —asentí, siendo consciente de que los dos evitábamos hablar de anoche. Saboreé con deleite y parsimonia el café, y hasta me recreé haciendo dibujos con el humo del cigarro antes de ponerme de nuevo en marcha con un sinfín de pequeñas, pero necesarias acciones: recoger la ropa que ayer saqué de la maleta, cepillarme los dientes, darme crema en el cuerpo incidiendo con cariño y cuidado